La transformación del desplazamiento en oportunidad

“No teníamos muchas alternativas, tal vez por desconocimiento o por falta de oportunidades reales de cambio”, dice una estudiante del proyecto de Formación para el Trabajo. Alternativa, (definición): cuando se tienen al menos dos opciones. Las y los jóvenes son a menudo marginados y en algunos casos olvidados en las crisis prolongadas como en el caso colombiano. Mientras las autoridades nacionales y locales orientan sus esfuerzos para reconocer a los jóvenes como víctimas del conflicto armado, ésta población busca alternativas en sus nuevos entornos para continuar sus estudios o buscar formas de apoyar económicamente a sus familias. El desplazamiento forzado no deja opción. ¿Cómo cree que podría sentirse usted si su vida cambiara dramáticamente de un momento a otro?  ¿Qué haría si fuera forzado a dejar a tras lo que con esfuerzo ha logrado construir? ¿A dónde ir?, ¿que comer?, ¿que hacer? Y de repente no encuentra alternativas para reiniciar su vida. “Todos nosotros estábamos esperando oportunidades, trabajamos, nos dedicamos a oficios informales y nos acostumbramos a los bajos ingresos definen nuestra vida”, afirmaba una joven desplazada que vivía de la recolección de cebolla en Ocaña – Norte de Santander. Es fundamental que el desplazamiento se transforme en oportunidades. En repuesta a esta necesidad el Consejo Noruego para Refugiados ha buscado especializarse en programas que involucran directamente a los jóvenes y sus comunidades para mejorar tanto sus habilidades laborales como sus capacidades personales. El Consejo Noruego para Refugiado, con la financiación de la Agencia Sueca de Cooperación internacional para el Desarrollo (ASDI), ha posibilitado alternativas para 500 jóvenes desplazados y en situación de vulnerabilidad.  Ellos y ellas han logrado acceder a una oferta de formación  laboral que les permitiera generar competencias profesionales y personales para contar con nuevas oportunidades de crecimiento en su proyecto de vida. “Imaginar que recibimos un certificado y que podemos depender de nuestras habilidades, abrir nuestra propia peluquería y posibilitar a nuestras familias mejores oportunidades de vida, ha valido la pena”, decía un joven estudiante que participaba de las actividades de formación. Era un reto para NRC, como organización internacional, alcanzar los resultados propuestos y enfrentarnos a una nueva área de respuesta humanitaria; sin embargo la coordinación con el SENA, la caracterización y sensibilización de las poblaciones donde se implementó el proyecto en los departamento de Magdalena y Norte de Santander, el liderazgo de los jóvenes y las más de 1.600 visitas de acompañamiento al proceso realizadas por jóvenes facilitadoras lograron producir una inflexión en la vida de los y las jóvenes desplazados. Más de 450 certificados entregados a esta población confirman el compromiso de estas poblaciones en su objetivo de salir adelante. Hoy varios de los y las jóvenes han iniciado, en algunos casos, la fase de prácticas en empresas de los sectores de su experticia, han empezado a dar la vuelta a su historia de vida. “Ojalá mañana podamos destacarnos como técnicos de nuestra labor, que nuestros lugares de trabajo lleven nuestros nombres ó que seamos una fuente de consulta por otros que quieran hacer nuestro trabajo, que hagamos hacer las cosas diferentes. Ojalá podamos también ser parte del cambio en nuestras familias o en nuestras comunidades”, concluía una beneficiaria del proyecto.