Cerca de 200 migrantes venezolanos esperan ayuda humanitaria a 150 metros al norte del peaje Andes, cerca de la capital de Colombia. La situación empeorará si se incrementa el número de personas que desean volver a Venezuela, donde la crisis se vuelve más profunda por la pandemia.
“No hay alimentos, los niños tienen sed y el frío no los dejará dormir. Es frustrante ver esta realidad”, dijo Esteban Rojas, miembro del equipo de emergencias del Consejo Noruego para Refugiados (NRC), quién estuvo con la población.
NRC ha entregado alimentos, agua y realizado actividades de recreación al aire libre con los menores de edad.
Es vital que se tomen acciones contundentes y a largo plazo para responder a una situación que se repite cada semana.
Imagine que muchos de estos migrantes tienen una elección imposible: quedarse en la calle siendo presa fácil del coronavirus, los criminales y la discriminación o retornar sin alimentos, agua o albergues de tránsito para descansar. Estas dos opciones son totalmente desalmadas. Necesitamos contar con la solidaridad de la población, del gobierno y la cooperación internacional para poner en marcha un plan común que garantice el acceso a soluciones dignas para estas personas.
“Sólo si brindamos a estas personas ayuda humanitaria generaremos confianza para que mujeres embarazadas, menores de edad, personas con discapacidad o jóvenes y padres de familia en riesgo, no tengan que tomar la difícil decisión de quedarse en Colombia o de regresar a Venezuela en medio de una pandemia letal”, dijo Rojas.
De acuerdo con la comunidad internacional hay al menos 1,7 millones de migrantes y refugiados en el Colombia con necesidades humanitarias. Hoy varias personas vulnerables en el peaje Andes están esperando ser asistidas. Muchas más van a necesitar ayuda durante las próximas semanas de aislamiento. Este es el momento para seguir demostrando nuestra humanidad.
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