





Hace tres años, Yéssica llegó al estado Bolívar desde su casa en los llanos de Venezuela.
En su nueva comunidad, desarrollada alrededor de la minería, observó que los niños de otras familias desplazadas no iban a clases porque faltaba una escuela. Entonces, con cinco cuadernos y un libro de lectura, adaptó su casa y empezó a impartir lecciones como voluntaria.
La clase de Yéssica comenzó con 10 estudiantes. Después creció a 50. En septiembre de 2024, cuando el equipo de NRC visitó esta comunidad, había alcanzado 96 niños.
Queríamos conocer cómo era el acceso a la educación para desarrollar nuestro programa de motivación escolar, entre otras actividades. Este programa comparte técnicas a voluntarios de la comunidad para que motiven a niños, niñas y adolescentes que están fuera de las aulas. El objetivo es ayudarlos a fortalecer sus habilidades de aprendizaje para que puedan empezar a asistir a la escuela, ya sea por primera vez o luego de un período de ausencia.
Gracias a una buena coordinación con las autoridades educativas, los 100 niños que antes atendía Yéssica ya están incorporados al sistema. Se abrió en la comunidad una extensión de la escuela más cercana, y ahora ella es una de las maestras.

“Yo observo cómo NRC busca siempre trabajar de la mano de las autoridades de educación. Ahora, gracias a esa interlocución, niños que nunca habían estudiado ahora están escolarizados”, cuenta Yéssica.
Marcus es uno de estos niños. Conoció la escuela a los nueve años. Antes, la vida familiar transcurría alrededor de las minas.
Una amplia zona geográfica rica en minerales se extiende sobre el estado venezolano de Bolívar, fronterizo con Brasil. Su explotación ha llevado a dinámicas complejas, que a veces impactan tanto la educación de la infancia como la movilidad de las personas.
“Nosotros nos habíamos integrado a una mina y eso nos quitó mucho tiempo. De verdad, nunca nos habíamos enfocado en darles una educación”, dice Marlin, madre de Marcus. Ella tiene otros dos niños menores, uno de los cuales también está en edad escolar y ahora asiste a clases.

Durante el último año, Marlin ha visto cómo Marcus aprende. Se ha beneficiado de las herramientas que NRC le compartió a Yéssica y a otros 30 voluntarios en varias comunidades de Bolívar, mediante el programa de motivación escolar. Gracias a este programa, Marcus ha desarrollado su autoestima, su sentido de identidad y su capacidad para incorporar la rutina escolar a su vida.
“Él no era un niño de jugar con otros, siempre estaba con su papá y conmigo nada más. Ahora es expresivo. Le gusta mucho integrarse con las personas”, cuenta Marlin.
“Él me decía que quería aprobar su primer año de escuela con la máxima calificación, y lo logró. Lo veo mejor, más cambiado, más motivado”.

Marcus siente que su escuela es genial. Además de nuevos conocimientos, aquí ha aprendido herramientas para mejorar su bienestar.
“Voy a enseñarte la técnica de la respiración”, nos explica. “En esta mano nos vamos a imaginar la flor más hermosa y, en esta otra mano, una vela. Vamos a oler la flor [inhala] y, después, soplar la vela [exhala]. Así uno se desaloja de todo, se refresca, se siente como libre”.
Este ejercicio es parte del Programa para un Mejor Aprendizaje (BLP, por sus siglas en inglés), una actividad de NRC de apoyo psicosocial en el aula. Flexible y adaptable, el programa equipa a maestros capacitados para apoyar a niños, niñas y adolescentes de comunidades afectadas por situaciones de desplazamiento y violencia, fortaleciendo entornos de aprendizaje más seguros que restauren la esperanza.

NRC ha capacitado a casi 100 docentes del estado Bolívar con técnicas complementarias de BLP, siempre en sintonía con el currículo nacional. El apoyo también incluye la dotación de materiales y mobiliario a seis escuelas de esta zona. De esta manera contribuimos no sólo al acceso, sino al bienestar y la permanencia educativa.
A sus 10 años, el tema favorito de Marcus es la biología cuántica. “Es para hacer experimentos, porque a mí me gusta la ciencia”, responde convencido, bajo uno de los grandes árboles que aportan aire fresco a sus pulmones relajados.

Los padres ayudaron a construir juntos el aula de clases, lo cual fortaleció también su compromiso con la educación. Marlin ahora le da el valor que merece. “Una persona sin estudios es una persona incompleta. La escuela les enseña a ser buenas personas”.
La profesora Yéssica sonreía el día que sus estudiantes de sexto grado terminaron la primaria. Era la primera ceremonia de graduación que celebraron en esa nueva extensión de la escuela más próxima.
“Esto es algo grandioso. Yo tengo años dando clases, pero esta experiencia nunca la había vivido. NRC ha sido un complemento para transformar desafíos que los niños traían en esas grandes fortalezas que ahora podemos ver en ellos”. Ahora está lista para más.

Todos nuestros servicios son gratuitos y se implementan sin intermediarios. Bajo ninguna circunstancia el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) solicita recursos económicos o favores a cambio de la prestación de sus servicios.
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