Honduras se enfrenta a una crisis invisible. En 2023 era el país menos financiado del mundo. Casi el 30% de su población necesita ayuda humanitaria y cada vez más hondureños y hondureñas se ven obligados a desplazarse y buscar refugio fuera de las fronteras del país.
Mientras tanto, Honduras también sigue acogiendo a un elevado número de personas que buscan asilo dentro del país o en otros lugares de la región.
Extorsión, reclutamiento forzoso, violencia sexual, amenazas y abusos son algunas de las razones que obligan a muchos hondureños y hondureñas a abandonar sus comunidades o buscar refugio fuera de su país. Las maras, las pandillas y el crimen organizado son una amenaza permanente para gran parte de la población y suponen un verdadero obstáculo para llevar una vida normal e incluso para circular libremente por el territorio.
Aunque los homicidios se han reducido en los últimos años, el año pasado la tasa fue de 31 por cada 100.000 habitantes. O 253 homicidios al mes de media.
Las mujeres y los jóvenes son especialmente vulnerables. En 2023 fueron asesinadas 380 mujeres: más de una al día. Del total de víctimas, el 38% eran jóvenes de entre 18 y 30 años. «Me gustaría vivir normal y en paz», dijo una desplazada interna al Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Por su ubicación geográfica, Honduras es un país de tránsito para miles de personas que viajan hacia Estados Unidos, muchas de ellas en condiciones de alta vulnerabilidad y necesidad de protección.
En el tercer trimestre de 2023, una media de más de 6.000 personas al día transitó por las fronteras de Honduras. Ese año, más de 506.000 personas de 110 nacionalidades diferentes entraron en Honduras en situación irregular, poniendo a prueba los sistemas nacionales y los recursos de las organizaciones humanitarias.
Honduras es altamente vulnerable a los fenómenos climáticos que cada año provocan inundaciones, sequías y deslizamientos de tierra, destrucción de cultivos, viviendas y vías públicas, afectando en mayor medida a las poblaciones más pobres.
Se calcula que más de un millón de personas viven en zonas de riesgo y que el cambio climático afectará a muchas más a corto plazo, debido también al aumento de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue.
El 60% de la población hondureña vive con menos de USD 5,5 al día, una tasa de pobreza que sólo es superada en la región por Haití. Además, se considera que más de 2 millones de personas están en crisis alimentaria. La desigualdad y la pobreza son históricas y estructurales, y afectan sobre todo a mujeres y niños.
El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) trabaja en Honduras desde 2014, atendiendo las necesidades de decenas de miles de personas afectadas por la violencia y los desastres naturales. Ayudamos a las personas desplazadas internas, a personas que necesitan protección internacional, a las personas deportadas y a sus comunidades de acogida. Lo hacemos a través de nuestros programas de protección frente a la violencia, asesoramiento y asistencia jurídica, educación de emergencia y programas de alojamiento y medios de subsistencia.
Las personas que reciben el apoyo oportuno pueden reconstruir sus vidas y verse a sí mismas como dueñas de su futuro: «Hoy sí tengo sueños, sí tengo metas, para trabajar y salir adelante», dijo una mujer, desplazada por la violencia, tras recibir ayuda de emergencia y apoyo del NRC mientras se recuperaba.
Todos nuestros servicios son gratuitos y se implementan sin intermediarios. Bajo ninguna circunstancia el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) solicita recursos económicos o favores a cambio de la prestación de sus servicios.
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