En Colombia, miles de mujeres indígenas son obligadas a permanecer en sus casas o territorios; quedan atrapadas en el medio del fuego cruzado, no pueden moverse libremente por la utilización de minas antipersonal en sus resguardos o por las amenazas e intimidaciones contra ellas y sus familias. Sufren en silencio porque sus vidas están en riesgo, pero son un ejemplo de resiliencia.
Esta es una realidad difícil que afecta especialmente a comunidades étnicas: indígenas y afrocolombianas. El confinamiento contribuye negativamente a la supervivencia de su cultura y sus comunidades.
Entre enero y septiembre de 2023, más de 500.000 personas no han podido moverse libremente en su territorio debido al conflicto armado. Muchas de ellas son mujeres.
Esto es lo que debes saber sobre las mujeres indígenas que no tienen libertad de movimiento en Colombia:
Una mujer confinada seca la ropa en su ventana. Foto: Elegante Lab / NRC
#1: Las mujeres están atrapadas en sus hogares:
Los grupos armados no estatales utilizan el confinamiento como una estrategia para ejercer control sobre la población, el territorio y las economías ilícitas. Las mujeres y sus familias se enfrentan a amenazas, homicidios, violencia sexual, violencia armada, minas antipersonal e imposición de horarios de entrada u salida de sus hogares que tienen como finalidad restringir su movilidad.
En las comunidades indígenas, las mujeres tradicionalmente se dedican a la siembra, a recoger sus alimentos en sus cultivos, a cortar leña para la preparación de sus alimentos y a lavar la ropa o los trastes a la orilla del río. Pero cuando se restringe su movilidad, estas actividades se detienen. Las mujeres tienen quedarse en sus hogares, sobrevivir con los alimentos que tienen y si alguien de su familia se enferma, no pueden visitar un centro de salud.
Es como si ellas y sus familias estuvieran atrapadas en sus hogares.
#2: La violencia sexual aumenta
Además de las limitaciones para moverse libremente en su territorio, las mujeres indígenas también están en riesgo de violencia sexual por parte de los actores armados.
“Para las mujeres ya no es como antes. Las mujeres eran las que conseguían el plátano y la leña en el monte, pero ahora ya no hacen eso porque son las que más corren riesgo. Qué tal si las encuentran por allá [personas armadas] las violan, las intimidan, por eso se están encerrando en la casa” dice Criselina, una mujer indígena confinada.
#3: La educación se suspende
El confinamiento también detiene la educación. Las niñas y adolescentes no pueden ir a la escuela. La continuidad de sus estudios se interrumpe durante días o meses; en algunos casos las niñas dejan sus salones de clase de manera indefinida.
Además de las restricciones, en algunos territorios, los grupos armados también usan las escuelas con fines militares. Esto incrementa los riesgos de accidentes con los explosivos y otros remanentes de guerra que son dejados cerca de los espacios educativos.
El Gobierno colombiano se adhirió a la Declaración de Escuelas Seguras en noviembre del 2022 y se comprometió a mejorar la protección a estudiantes, el personal y los establecimientos educativos. La Declaración tiene como objetivo garantizar la continuidad de la educación en emergencias y disuadir el uso de las escuelas por parte de grupos armados no estatales. La implementación de esta declaración salvará vidas.
La comunidad se reúne para recibir asistencia de NRC. Foto: Elegante Lab / NRC
#4: Los derechos básicos son negados
Las mujeres indígenas en su mayoría viven en las zonas rurales alejadas y apartadas del país donde hay escasa o nula presencia del Estado. Lo que se convierte en uno de los factores que no permite que muchas mujeres accedan a la justicia. Además, las mujeres a menudo enfrentan la barrera idiomática y el desconocimiento sobre sus derechos.
En algunas comunidades indígenas que han sido confinadas, el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) ha identificado que las mujeres no pueden acceder a sus derechos de salud o educación. Las mujeres necesitan información que les ayude a promover la prevención de violencias basadas en género y para acceder a asistencia y protección.
#5: La cultura tradicional se está perdiendo
Las mujeres indígenas son reconocidas por preservar y transmitir los valores y conocimientos ancestrales a sus comunidades. Su conexión con la tierra es fundamental para su cultura y para la pervivencia de sus pueblos, pero este rol está siendo amenazado por los confinamientos. Cuando las mujeres son obligadas a permanecer en sus casas, cumplir con la labor de ser protectoras y guardianas de su cultura se vuelve casi imposible.
No pueden usar sus espacios comunitarios. Las danzas, los cantos y los rituales, son reemplazados por el silencio del encierro. Las pinturas faciales y corporales ya no se reflejan, porque recoger el fruto del árbol de Jagua de donde extraen la tinta negra, es sinónimo de peligro. Tampoco pueden brindar enseñanzas y aprendizajes a los miembros más jóvenes sobre los cultivos o los espacios naturales que solían recorrer.
Según la Corte Constitucional, el confinamiento es considerado como una forma de abandono, ya que impide a la comunidad y al individuo, incluyendo a la mujer, al goce de la totalidad del territorio.
La ropa se seca, pero los miembros de la comunidad tienen miedo de salir de sus casas. Foto: Elegante Lab/NRC
NRC hace un llamamiento al Gobierno colombiano y a los grupos armados para que acuerden poner fin al confinamiento forzado y armado como parte de las actuales negociaciones de paz. También hacemos un llamado para que garanticen la protección de la población civil, incluidas las mujeres indígenas.
El derecho internacional humanitario (DIH) brinda protección a las mujeres en medio de un conflicto armado, en particular contra la violación, la prostitución forzada y cualquier forma de violencia sexual.