Entre pequeñas casas de madera, dos hermanas Karen (11) y Antonia (8) juegan con los pies descalzos en la tierra humedecida por el mar. Hace tres años llegaron con su familia a Viento Libre, uno de los barrios más violentos de Tumaco y han aprendido a crecer en medio de dificiles condiciones de vida.
Muchos padres no tienen nada que ofrecerles a sus hijos e hijas como consecuencia del desplazamiento forzado y su madre – María del Jesús – sabe lo difícil que es criarlos en un territorio marcado por el conflicto armado.
Después de verse obligada a huir de su hogar, su madre cree que la educación puede cambiar la historia de su familia. Ella no sabe leer ni escribir, pero trabaja recogiendo conchas para brindarle un mejor futuro a Karen, Antonia y sus cinco hermanos que no pudieron estudiar en la apartada vereda de la que salieron con las manos vacías.
La esperanza surgió en el mismo barrio cuando la escuela San Sebastián abrió sus puertas para brindarles un espacio seguro y acompañarles de regreso a la educación.
Con la financiación de OCHA, ahora la escuela cuenta con material didáctico, mesas y sillas nuevas que las dos hermanas han utilizado para estudiar, sus profesoras recibieron capacitación en el modelo educativo “Círculos de aprendizaje” y han logrado enseñarles los conocimientos que antes eran ajenos para ellas.
Karen y Antonia recibieron uniformes, útiles escolares y disfrutaron de actividades como Golombiao, Retorno a la Alegría y Somos Paz, esta vez en un ambiente que las protege de riesgos como el abuso sexual y el reclutamiento de grupos armados que están presentes en el territorio.
Este año, Karen logró entrar a tercero de primaria en una escuela más grande, sonríe por tener la oportunidad de continuar estudiando con nuevos compañeros; Antonia sigue asistiendo a San Sebastián y sabe que pronto seguirá los pasos de su hermana.
En las tardes acompañan a su madre a recoger conchas, juegan juntas y hacen tareas con la esperanza de cumplir sus sueños de un futuro mejor.