El asilo y la ayuda es negada a los Centroamericanos.

A desesperadas familias centroamericanas, que huyen de la violencia, se les niega el derecho a la protección y con mayor frecuencia son devueltas a la inseguridad por las fuerzas militares, los alambres de púas y los muros. “Viajando por la ruta de migrantes desde San Salvador a Tapachula en México, me reuní con hombres, mujeres y niños que huyeron de homicidios, amenazas, torturas y violencia sexual. Sus historias son similares a las que escucho en zonas de guerra; sin embargo, estas personas se encuentran con políticas de fronteras cerradas y recortes de ayuda lideradas por los Estados Unidos, su vecino del norte”, dijo Jan Egeland, Secretario General del Consejo Noruego para Refugiados que viaja por la región.

Solo el año pasado, 10,500 personas fueron asesinadas en el norte de Centroamérica. Se estima que cerca de 700,000 centroamericanos han sido desplazados dentro de sus países. Los desastres naturales también aumentan la necesidad de asistencia humanitaria en Guatemala, El Salvador y Honduras. Grandes comunidades enfrentan grupos criminales armados, extorsión, tráfico, reclutamiento de niños y violencia sexual y de género.

Según el reporte de ACNUR, el número de solicitudes de asilo del norte de América Central solo es comparable con los países en guerra. En 2018, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos se encontraban entre las diez principales nacionalidades que solicitaban asilo en el mundo, junto con personas de Siria, Venezuela, Sudán del Sur y Afganistán. México ha informado de un incremento del 196 por ciento en aplicaciones refugio este año.

“Irse o quedarse y morir son las únicas opciones que les quedan a miles de personas en el norte de Centroamérica. Las medidas ineficientes, costosas y abusivas en los controles fronterizos, junto con la contraproducente retórica política de los Estados Unidos, deben ser reemplazadas por la solidaridad y el apoyo a sus propios vecinos vulnerables. Tenemos que llamar a las cosas por su nombre. Estados Unidos y varias naciones europeas son ahora los escuadrones del entierro del antiguo derecho al asilo que solicitan los seres humanos que huyen para salvar sus vidas”, dijo Egeland.

Militarización en las fronteras, recortes en la ayuda humanitaria, acceso restringido a documentos y los inoperantes “acuerdos de terceros países seguros” hacen prácticamente imposible que las personas desplazadas por la violencia lleguen a refugios seguros.

A pesar de las enormes necesidades, NRC y otros actores humanitarios presentes en la región tienen pocos fondos para responder a la situación. La limitada ayuda internacional se destina a programas de desarrollo a largo plazo y de respuesta a desastres.

“La esperanza de un futuro mejor en sus lugares de origen está dejando atrás a grandes grupos de jóvenes vulnerables en una región afectada por la violencia. Los equivocados recortes de fondos de los EE.UU. para programas que brindan educación, medios de vida y que construyen la paz local son enormemente contraproducentes. Esta situación solo alimentará la migración hacia el norte. Por lo tanto, necesitamos un plan de respuesta humanitaria liderado por la ONU que permita movilizar fondos y mejorar la coordinación humanitaria para que las personas reciban la ayuda necesaria”, dijo Egeland.

Nota para editores:

En la regiónDavid Garcíadavid.garcia@nrc.no+57 3214957209
En la regiónCamila Waszinkcamila.waszink@nrc.no+47 93446266
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