Tumaco recibe cada año a centenares de personas desplazadas por la violencia. Los barrios Panamá y Viento Libre, en la Comuna 5, son reconocidos por albergar a un considerable número de familias desplazadas que huyen de la violencia del sector rural. Sin embargo la situación humanitaria en los asentamientos urbanos no es la mejor. En ellos se libra una constante disputa territorial entre insurgencia y grupos postdesmovilización que se disputan el control del microtráfico y rutas de comercialización de narcóticos. Estos grupos, entre otras acciones de violencia, han venido imponiendo restricciones a la movilidad de los habitantes y su presencia ha aumentado los índices de homicidio en estos sectores; siendo las víctimas principales hombres y mujeres jóvenes e incluso menores de edad, quienes también son altamente vulnerables al reclutamiento en estos grupos. Lo anterior era una gran preocupación para la población de los éstos barrios. En Viento Libre, y como medida de prevención, la comunidad decidió no enviando a sus niños y niñas a la escuela que estaba ubicada en el barrio Panamá; porque además del riesgo de ser reclutados por los grupos ilegales, también estaban siendo objeto de amenazas y tenían un alto riesgo de terminar en el fuego cruzado por los enfrentamientos. Ante la situación, la comunidad de Viento Libre buscó el acompañamiento de la iglesia local para pensar en una opción que evitara la desescolarización de sus hijos e hijas sin que ello implicara exponerlos a situaciones de riesgo en medio de las fronteras “invisibles” establecidas por los grupos armados. La Pastoral reunió a 3 docentes voluntarios residentes en el sector, mientras los padres de familia decidieron establecer una pequeña escuela al interior del barrio para darle continuidad al calendario escolar. La iniciativa, que era necesaria, tenía un obstáculo, no había un predio, ni recursos para los materiales de construcción del aula escolar. Sin embargo, como resultado del monitoreo que realiza el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) en los barrios receptores de población desplazada en Tumaco, se identificó esta necesidad y y a través del programa de respuesta en emergencias seresolvió apoyar esta iniciativa. Se realizaron actividades de capacitación a docentes, formando agentes comunitarios para el trabajo con niños y niñas víctimas de desplazamiento y también se entregó material pedagógico y deportivo para que los docentes contaran con materiales de trabajo; kits educativos para los estudiantes y mobiliario escolar. De manera alterna se iniciaron acciones de acompañamiento a los líderes locales para la incidencia y gestión de recursos con las autoridades, con el fin de adelantar la adecuación del espacio escolar. El trabajo conjunto de la comunidad, apoyado por la iglesia y NRC, logró jalonar la respuesta institucional quienes se vincularon al proyecto aportando uniformes y materiales para la adecuación del espacio físico. Finalmente, la Institución Educativa Roberto Mario Bishop incorporó la escuela de Viento Libre como una extensión de la Institución, lo que formalizó la vinculación de treinta niños y niñas al sistema escolar, que también empezaron a asistir al comedor escolar. Con este trabajo conjunto se puso en marcha una iniciativa que además de garantizar la educación, pretende fortalecer la herencia cultural y dar atención emocional a víctimas de hechos violentos como los que se presentan en esta zona de Tumaco. Si bien el conflicto persiste, los niños, niñas y jóvenes de Viento Libre ahora cuentan con un espacio de esparcimiento y aprendizaje que les permite soportar los embates del conflicto y pensar en un futuro distinto en medio de la guerra. NRC continúa haciendo presencia en zonas afectadas por el conflicto, apoyando iniciativas comunitarias locales, brindando soluciones a la problemática educativa de la población desplazada y visibilizando el deterioro de la situación humanitaria que lastimosamente tiende a aumentar en contextos urbanos. Escrito Por: Oscar Salas Oficial NRC Respuesta en Emergencias Edición David García – NRC