Más de tres cuartas partes de las personas desplazadas o afectadas por los conflictos o las crisis que fueron encuestadas por el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) han perdido sus ingresos desde el comienzo de la pandemia del Covid-19. Según el informe publicado hoy por la organización, el devastador impacto económico está llevando a muchas personas a una crisis de hambre, de falta de vivienda y de educación.
El informe titulado, Espiral descendente, se basa en encuestas detalladas y evaluaciones de necesidades realizadas en 14 países, incluyendo una encuesta a 1.400 personas afectadas por conflictos y desplazamientos en ocho países, que dejan en evidencia que:
“Las comunidades más vulnerables del mundo están en una peligrosa espiral descendente. Desplazadas a la fuerza de sus hogares por la violencia y a menudo con derechos limitados al trabajo o al acceso a los servicios gubernamentales, el impacto económico de la pandemia las está llevando a la catástrofe” Dijo Jan Egeland, Secretario General del NRC.
Las numerosas crisis y desafíos existentes, las restricciones de viaje relacionadas con el Covid-19, el cierre de mercados y empresas y la recesión económica general han hecho que las poblaciones afectadas por los conflictos y los desplazamientos pierdan trabajo e ingresos. La reciente pérdida de ingresos, el acceso limitado a las redes de seguridad social, la disminución de las remesas y el aumento de la deuda han creado repercusiones negativas severas en la población afectada.
“El precio de los alimentos se ha duplicado. Tenemos que recoger las sobras para alimentar a nuestros hijos”. Shayista Gul (60) le dijo a NRC. Él vive en una casa
improvisada de dos habitaciones junto con otras 15 personas en un asentamiento para desplazados en las afueras de Kabul en Afganistán. “Si el coronavirus no nos mata, el hambre definitivamente lo hará”.
El aumento de las dificultades económicas está obligando a muchas personas a abandonar sus hogares, y muchos de los encuestados informaron de que habían sido desalojados o dijeron que era probable que intentaran trasladarse a otro lugar para encontrar trabajo.
Si bien los donantes y las instituciones financieras internacionales han respondido a la crisis, el incremento de su apoyo no ha sido suficiente. Hasta septiembre, los llamamientos humanitarios de las Naciones Unidas para 2020 sólo contaban con una financiación del 23%. Además, hasta ahora los fondos han tardado en llegar a quienes tienen necesidades y los compromisos iniciales de los donantes han dado prioridad a la respuesta de salud sobre los programas para hacer frente al impacto económico. NRC advirtió que ni siquiera una respuesta humanitaria totalmente financiada podría satisfacer las necesidades que están surgiendo ahora.
“Se necesita un aumento urgente de la ayuda, pero la asistencia humanitaria por sí sola no puede arreglar la situación”, dijo Egeland. “Los países ricos del G20 y las instituciones financieras internacionales deben situar a las comunidades desplazadas y afectadas por los conflictos en el centro de las respuestas económicas al Covid-19, tanto nacionalmente como internacionalmente”. Si no se toman medidas urgentes, esta crisis se descontrolará”.