Incluso después de la pandemia, lavarse las manos con agua y jabón sigue siendo una parte importante de la prevención de enfermedades. En Venezuela, el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) trabaja con promotores locales de higiene, cuyos vínculos con sus comunidades ayudan a reforzar estos mensajes clave.
Aunque sólo tiene dos años, Matías lo tiene claro como el agua: antes y después de sentarse a comer, siempre hay que lavarse las manos. Él aprendió esta importante regla de su abuela, Alba.
“Yo lo he puesto a prueba y él mismo me pide que le lave las manos. Si está comiendo fruta y se ensucia, también pide que se las limpien”, dice con orgullo.
Siete millones de personas dentro de Venezuela necesitan asistencia humanitaria, de acuerdo con Naciones Unidas. En 2023, llegamos a más de 53,000 personas con nuestros proyectos, incluyendo a 34,000 personas apoyadas con servicios de agua, saneamiento e higiene. Una fortaleza de este programa es la capacitación de promotores comunitarios, quienes multiplican los mensajes.
Este 15 de octubre es el Día Mundial del Lavado de Manos. Al establecer la fecha, Naciones Unidas lo entiende como una práctica eficaz y asequible para prevenir enfermedades y salvar vidas. NRC se suma a esta oportunidad para aumentar la conciencia y la comprensión sobre la importancia de lavarse las manos con agua y jabón.
Alba, una enfermera retirada de 53 años, reforzó estos mensajes durante las actividades que hizo junto a NRC en su comunidad indígena wayuu del estado del Zulia, en Venezuela. Los wayuu son el pueblo indígena más numeroso de Venezuela y de Colombia. Habitan en La Guajira, una península del norte de Colombia colindante con el noroeste de Venezuela.
“Usted ve esta mano limpia, ¿verdad? Pero no sé cuántas bacterias tengo pegadas porque saludé, abracé y toqué”, dice. Como antigua enfermera, Alba habla con autoridad. Explica que el lavado de manos “no dura un año, sino sólo unos minutos”. Con sus manos, demuestra que la técnica “es como si estuviera manejando una motocicleta, ra, ra, ra”.
Más de 500 personas habitan esta comunidad indígena caracterizada por familias numerosas. Viven del comercio, la artesanía, la siembra y la pesca.
Muchas de estas familias perforan pozos artesanales en los patios traseros de sus casas. El agua allí brota fácilmente a pocos metros de profundidad. Las familias la almacenan en recipientes y la usan a diario. Alba lamenta que la falta de insumos para tratar el agua de los pozos haya generado algunas consecuencias sobre la salud infantil en su comunidad.
NRC organizó sesiones de lavado de manos para más de 3.000 personas en casi 40 comunidades del Zulia. También entregó más de 2.700 filtros de agua y enseñó a los miembros de la comunidad cómo usarlos y hacerles mantenimiento. Más de 100 de estos aparatos están ahora instalados en casas de vecinos de Alba.
El filtro es un nuevo acompañante del grupo familiar compuesto por Alba, su esposo, sus hijos y nietos.
“Conocimos la importancia de filtrar y desinfectar el agua”, comenta, mientras repasa con nosotros la dosis correcta de cloro que debe llevar el líquido y comparte con otros cómo lavar la maceta del filtro.
Las actividades de NRC incluyeron mensajes claves sobre separación de residuos sólidos y aprovechamiento de desechos orgánicos. El suelo y la orilla de la playa más cercana ahora lucen más limpios.
“Hubo un cambio de comportamiento en la comunidad, la gente cambia”, confía Alba, consecuente con el cuidado del medioambiente.
Para reforzar el mensaje, la comunidad ideó por cuenta propia una dramatización que repasa los hábitos saludables que resultaron fortalecidos. Una maestra escribió el guion y varios voluntarios lo ensayaron. Con materiales reusados simularon los chalecos de NRC y los filtros de agua. Esta obra teatral fue una bienvenida sorpresa para todos el día que concluimos nuestras actividades en la zona.
La vida continúa en esta calurosa región. Es hora de comer, pero antes Matías lava sus manos con dedicación. “Las actividades de NRC en nuestra comunidad trajeron principalmente salud”, expresa Alba. “Salud y amor”, concluye.
Todos nuestros servicios son gratuitos y se implementan sin intermediarios. Bajo ninguna circunstancia el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) solicita recursos económicos o favores a cambio de la prestación de sus servicios.
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