“Recibir a niñas y niños desplazados ha implicado que nosotros como docentes debamos generar estrategias para brindarles educación” comenta Oscar García, docente rural al occidente de Colombia donde el conflicto armado sigue afectando la educación de la niñez.
Este año, casi trescientas personas de cuatro comunidades indígenas Eperara Siapidaara diferentes tuvieron que huir del conflicto armado en su territorio. Se desplazaron hasta un poblado a tres horas de su lugar de origen que tampoco está exento de los efectos de la violencia armada.
La mayoría de las familias se encuentran en el único albergue que existe en el lugar, en condiciones de hacinamiento.
Muchos han recurrido a familiares y amigos donde se resguardan con la incertidumbre de si podrán regresar a su tierra.
Al menos setenta niñas y niños han visto afectada la continuidad de su educación en medio del desplazamiento, mientras que la escuela del lugar y los pocos docentes buscan la forma de enseñarles sin contar con lugar ni materiales suficientes.
Como Consejo Noruego para Refugiados (NRC) y con el financiamiento de USAID a través de la oficina de Asistencia Humanitaria (BHA, por sus siglas en inglés) construimos un espacio escolar adecuado para facilitar el aprendizaje de las niñas y niños durante el desplazamiento.
La nueva aula escolar también apoya la labor de los docentes que ahora cuentan con un espacio con sillas, mesas, tablero y luz eléctrica para facilitar las actividades pedagógicas que contribuyen a temas como el autocuidado mediante rituales propios de su sabiduría indígena.
Ahora las niñas y niños cuentan con morrales, cuadernos y lápices que facilitan su aprendizaje.
El espacio educativo fue construido por la propia comunidad en madera y además de ser un espacio de aprendizaje “nos sirve para desarrollar las diferentes actividades comunitarias” agrega el docente.
“En el nuevo espacio realizamos simulacros que nos permiten saber qué hacer si suceden enfrentamientos armados. Antes, muchas personas salían corriendo, poniéndose en riesgo” comenta el docente Oscar.
Gracias al apoyo internacional, seguiremos facilitando infraestructura escolar durante las emergencias que permita mejorar las condiciones de dignidad de las personas desplazadas y promover la educación de niñas y niños afectados por el conflicto armado en Colombia.