La bondad es su regalo

¿Cómo es la generosidad cuando lo has perdido todo?

Aquí en Quito (Ecuador), Cindy vive con sus dos hijos, Johan de 15 años y Mónica de 10 años.
La casa es básica. Las paredes son de bloques de cemento y su techo es de zinc. La electricidad y la fontanería son lujos lejanos. Sin embargo, una sensación de suave calidez te invade en cuanto cruzas la puerta.

"¿Cómo entra la luz en una persona? Por la puerta abierta del amor"
Las circunstancias pusieron a prueba a Cindy y su familia que llegaron a Ecuador a pie desde Venezuela. En su país ya no podían permitirse comprar comida debido a la hiperinflación y los niños no podían ir a la escuela. Así que emprendieron un viaje difícil de meses y 2.820 km hasta Quito, la capital de Ecuador.
"Los niños me preguntaron que 'por qué caminaban' y les dije que el pasaje de bus era demasiado caro", recuerda Cindy, mientras cuenta historias de cuando tuvo que dormir fuera de los restaurantes, cuando sus pertenencias fueron robadas y los sustos que tuvo por motivos de salud. "No había dinero. Mi hijo fue el que sacó fuerzas y nos animó a caminar más".

Después de viajar por tres países, Cindy y sus hijos llegaron por fin a Quito. Terminaron viviendo en la calle.
Encontrar un hogar puede ser uno de los retos más difíciles para las personas obligadas a huir. Tras un tiempo en Quito sin vivienda, Cindy se puso en contacto con el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC). Conoció sobre sus derechos legales para acceder a la vivienda y sobre cómo registrar a su familia en Ecuador. Además le proporcionamos ayuda económica para el arriendo para que su familia pudiera mudarse de la calle a una casa.
"Estoy muy agradecida", dice Cindy sobre apoyo del NRC.
Abrir la puerta a la bondad

Una vez que tuvo un hogar, Cindy estaba dispuesta a ayudar a los demás. En cuanto su familia se instaló en su casa provisional de Ecuador, abrió la puerta a otras personas necesitadas. Allí se mudó otra familia venezolana de tres miembros: una madre, un padre discapacitado y su hijo de nueve años. La familia vivía en la calle, junto a una bulliciosa terminal de autobuses de Quito.
Cindy instaló a la familia cómodamente en el único dormitorio de la casa que ahora compartían seis personas: tres adultos y tres niños. Les ayudó con las comidas hasta que pudieron arreglárselas solos.
La razón de su amabilidad era simple: "No me gustaría estar en esta circunstancia y que nadie me ayudara", dice.
Cindy no solo comprendió lo que suponía para la familia no tener hogar, sino también el dolor y las dificultades a las que se enfrentaba el padre con una discapacidad.
Hace cuatro años a Cindy le diagnosticaron un tumor cerebral. Debe tomar medicación a diario o sufre temblores y convulsiones. Tener un entorno sano y estable y acceso a los medicamentos es crucial para su bienestar.








El querido perro de la familia alegra cada día. Cindy también cuida del perro de su vecino, que viene a menudo a estar con la familia.
La bondad suele tener un efecto dominó. Cindy dice que para ella su madre ha sido una inspiración toda la vida por su generosidad. De hecho, fueron los 10 dólares que les dio su madre los que permitieron a la familia emprender su largo viaje a Ecuador. Ahora, Cindy quiere transmitir este espíritu a sus hijos, dice, para que se conviertan en personas generosas y atentas.
Un hogar en navidad

Hoy, Cindy tiene esperanza en el futuro. Gana unos 5 dólares al día vendiendo productos y los ingresos le proporcionan muchos más alimentos y artículos de primera necesidad de los que podía permitirse en Venezuela. Los niños están escolarizados. Johan sueña con ser médico y Mónica con ser abogada.
Hace cuatro años que la familia no puede permitirse celebrar la Navidad. Cindy y sus hijos recorrieron varios países en busca de una comida normal. Este año, están decididos a recrear el tipo de Navidad que solían tener.

Los niños disfrutan jugando juntos al aire libre.
Los niños disfrutan jugando juntos al aire libre.
"Solíamos compartir, intercambiar regalos entre las familias, hacer la cena de Navidad, poner al niño Jesús [figura religiosa] en la mesa. El 25 de diciembre los niños salían a celebrarlo con sus juguetes llenos de alegría", recuerda Cindy con una sonrisa.
Mientras los niños juegan fuera con el volcán Pichincha como telón de fondo, el perro de Cindy le lame suavemente la cara. Reflexiona sobre lo que ha significado para ella recibir ayuda cuando se encuentra en una situación vulnerable.
"Estoy rodeada de gente buena".
"Algunos vecinos nos dan comida para los niños", dice. "Nos tratan bien, no hay problemas ni discriminación".
"Estoy agradecida de que la gente nos ofreciera la ayuda que necesitábamos", dice Cindy.
Actualización: Cindy y su familia se han mudado a otra casa debido a sus continuos problemas de salud. Sus hijos estudian ahora en una escuela local. La familia que acogió en su casa ha encontrado su propio hogar.