La falta de alimentos en la mesa es una de las principales preocupaciones en Cardozo, una comunidad agrícola del estado Bolívar, al sureste de Venezuela. Pero un impulso, dicen las personas, ha reavivado el amor por el trabajo de sus propias tierras y la cría de animales. Los frutos les han ayudado a fortalecer su dieta.
“La gente ahora se ha entusiasmado más a sembrar”, dice Yesenia. Foto: Christian Jepsen/NRC
Aunque desde 2022 Venezuela ha mostrado signos de estabilización y crecimiento económico, la población sigue enfrentando acceso limitado a servicios esenciales y a oportunidades económicas, de acuerdo con Naciones Unidas. Unos siete millones de personas siguen necesitando asistencia humanitaria.
El Consejo Noruego para Refugiados (NRC) apoyó a más de 120 familias en Cardozo entre 2021 y 2023. Recibieron semillas y equipos que les permitieron crear huertos junto a sus casas, así como ocho pollos de engorde y dos gallinas ponedoras por familia, con sus alimentos y vitaminas. NRC también rehabilitó dos casas de cultivo de ambiente controlado de 400 metros cuadrados cada una.
El trabajo de NRC en Cardozo fue generosamente apoyado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).
“Mejoramos con éxito nuestra dieta”, dice Yesenia, de 41 años y madre de tres hijos. “La gente ahora se ha entusiasmado más a sembrar, a tener comida en sus patios para poder comer más tubérculos y verduras en el día a día”.
Yesenia cuenta que la cosecha de tres ciclos de siembra ha beneficiado especialmente a adultos mayores que viven solos y a niños de la única escuela de la comunidad.
Elianys alimenta a sus dos hijos y a su sobrino con leche de cabra recién ordeñada. Foto: Christian Jepsen/NRC
Leche fresca al desayuno y mantequilla casera
“Alimentar a mis hijos se ha vuelto un poco más fácil gracias a la leche de cabra”, dice Elianys, madre de dos niños a sus 21 años. “Antes me costaba comprar leche, pero gracias a las cabras ahora la tengo a la mano”.
NRC priorizó el apoyo a familias con niños, mujeres embarazadas y adultos mayores. Elianys y su esposo recibieron una de las 91 cabras que NRC distribuyó en Cardozo. Año y medio después, el rebaño de la comunidad ha crecido a 113 cabras, de las cuales 53 están preñadas.
Elianys ahora tiene dos cabras. Aprendió a ordeñar los dos litros que cada animal produce a diario. Sus hijos y un sobrino empiezan cada mañana con un vaso de leche. A veces incluso prepara mantequilla casera.
“Puedo decir con orgullo y alegría que los niños de nuestra comunidad cada día están más hermosos, porque consumen la leche de cabra”, celebra Wilfredo, padre de cuatro y abuelo de otros tantos.
Wilfredo está feliz de ver a los niños de su comunidad contentos y bien alimentados. Foto: Christian Jepsen/NRC
NRC apoyó el establecimiento de una brigada sanitaria en Cardozo para monitorear a los animales. Los dotamos de un botiquín veterinario para que ellos aborden directamente los casos.
Impulsados, como se sienten, quieren ir a más: la comunidad sueña con construir un centro de acopio agrícola caprino, con los animales concentrados en un mismo espacio. El objetivo será elaborar diversos productos derivados de la leche de cabra.
“Necesitamos buenas instalaciones”, subraya Marlirio, agricultor y capitán pemón de 47 años.
Aprender… para después recoger
NRC impartió talleres de formación en Cardozo sobre mantenimiento de huertos. Los temas incluyeron la reproducción de semillas, la preparación de fertilizantes y pesticidas orgánicos y la gestión posterior a la cosecha. Otras sesiones formativas trataron sobre la cría de cabras y buenas prácticas de alimentación, sanidad y bienestar animal. Las capacitaciones fortalecieron el conocimiento y la experiencia previa de la comunidad.
“Qué íbamos a saber nosotros sobre sembrar una mata, hacer plántulas, que esto sirve para aquello, inyectar y partear las cabras, saber si alguna tiene inflamación de la mama o el medicamento que le sirve”, enumera Yesenia, satisfecha con los nuevos aprendizajes.
NRC también desarrolló campañas de capacitación para apoyar una mejor preparación de comidas para la comunidad, incluida la higiene de los alimentos y el equilibrio nutricional. Además, la comunidad recibió dos manuales para la producción hortícola y caprina.
“Yo no sabía nada de cabras, pero ahorita yo tengo un padrote [macho destinado a procrear] y, donde me paro, me obedece”, agradece Marisol, una maestra de 63 años. “Para nosotros, las cabras son parte de nuestras familias”.
Marisol considera que los manuales técnicos proporcionados por NRC son muy útiles. Foto: Christian Jepsen/NRC
Las familias de Cardozo quieren ser referencia de organización comunitaria. “Todos somos uno, pero aquí todos tenemos que trabajar. Eso es lo que nos ha dado resultados”, dice Marisol. Ella se encarga de la administración, así como Yesenia coordina la operatividad, Wilfredo el transporte y Marlirio las convocatorias a asambleas.
Al final del impulso de NRC, más de la mitad de los hogares con los que trabajamos había mejorado su consumo de alimentos y había aumentado el acceso a alimentos frescos cultivados localmente. La cría de animales de patio ha diversificado sus dietas.
Ahora, ellos buscan profundizar este impulso con nuevos emprendimientos. Organizados, crecen los frutos. Constituyen una empresa de producción social, para ser autosustentables. Preparan quesos y dulces de leche de cabra. Reciben donaciones de más semillas y hacen plántulas para mantener productivos los patios. Obtienen financiamiento para la compra de un camión, así como de fertilizantes y controladores de plagas. Instituciones locales los consideran como formadores técnicos de otras comunidades con vocación agrícola. Piensan en la iniciativa de una granja-escuela, para aprender haciendo.
“Nosotros adoptamos al equipo de NRC como parte de nuestra familia, y seguimos contándoles todo lo que nos pasa”, dice Yesenia, con una sonrisa en su rostro.
“La comunidad se ha fortalecido, ha crecido y se ha desarrollado. Estamos más integrados y dispuestos a trabajar en equipo”, afirma Wilfredo, quien antes trabajó en las industrias básicas de Venezuela concentradas en Guayana. Las actividades de NRC buscan brindar alternativas en Bolívar, donde el sector primario había sido la principal fuente de empleo durante años, antes de que aumentara el interés por la minería.
Cardozo se encuentra en el norte del estado venezolano de Bolívar, en las afueras de su capital, Ciudad Bolívar. Foto: Christian Jepsen/NRC