Jóvenes y adultos de las comunidades afectadas por el conflicto armado están retornando a estudiar luego del acuerdo de paz. Cerca de 7,000 personas podrán validar la primaria y el bachillerato.
Hoy Nelson* tiene 22 años, a los 11 se vio obligado a abandonar la escuela por las acciones violentas de las FARC-EP en su vereda, al oriente del país. Por miedo, decidió ocultarse y huir.
Luego del acuerdo de paz y gracias a las nuevas posibilidades que se abrieron para su comunidad rural, en enero de 2018 retomó su formación y ahora sueña con ser veterinario.
Varias generaciones en Colombia se han visto afectadas por el conflicto armado y miles de habitantes, en las zonas que han quedado atrapadas en medio de la violencia, se han visto afectados por la suspensión de su derecho a la educación. La guerra también alejó a los excombatientes de las FARC-EP del sistema educativo.
En el país, por ejemplo, 3 de cada 10 niños de áreas rurales nunca asistieron a la escuela y cerca de 7 de cada 10 no terminaron su bachillerato. Hoy la esperanza está depositada en la educación. La apuesta por ampliar la cobertura para reducir las desigualdades debe ser un compromiso ineludible para el país.
Aprender después de la guerra
Dayro Gutiérrez creció en una zona rural de Meta. A los 18 años vivió un episodio de violencia y decidió ingresar a la guerrilla, dice él: para proteger la vida. “Un grupo (armado) llegó a la vereda donde vivíamos. Asesinaron a mi papá, a mis tíos y a mis primos, entonces yo decidí ingresar a las FARC-EP para no correr con la misma suerte que ellos”.
En la guerrilla se preparó como médico de guerra, pero no pudo continuar su bachillerato; luego de dejar las armas logró certificarse de bachiller y se propone a iniciar estudios formales de medicina.
“Durante 8 años me formé como médico de las FARC-EP y tuve la oportunidad de realizar más de 80 cirugías. Operé hernias inguinales y umbilicales, extraje lipomas, hice laparotomías, osteosíntesis de fracturas en tibia, radio, cúbito, fémur, clavícula, en carpos y metacarpos. También realicé cirugías de heridas de guerra”, recuerda Dayro.
En el actual contexto las oportunidades de educación son fundamentales para la reconciliación y la integración de excombatientes a la vida civil. El profesor de Dayro reconoce el esfuerzo de sus estudiantes y abiertamente manifiesta que “el acceso a la educación ha sido muy oportuno pues ha llegado en un momento en el que ellos quieren un cambio de vida. La educación la están viendo como una forma de abrir las puertas a la exploración; pues están aprendiendo otras miradas del mundo, lo que les abre nuevas aspiraciones”, afirmó Carlos Aya, docente de biología.
“Como éramos tantos hijos, unos estudiaban y otros no”
En Puerto Jordán, un pequeño pueblo rural del departamento de Arauca, el Instituto de Promoción Agropecuaria (IPA) formará a más de 60 adultos desescolarizados que desde ya están soñando con generar desarrollo y productividad en su territorio. Uno de ellos es Edwin Villamizar, un campesino de Norte de Santander quien llegó a Arauca buscando mejores oportunidades. “Yo no estudié siendo niño, pues tuve que sacrificarme para que mi hermana pudiera estudiar. En casa las oportunidades no alcanzaban para todos”, cuenta Villamizar quien asegura que quiere ser veterinario para ayudar a todas las familias campesinas de la región.
En las zonas rurales el inicio de la paz está generando cambios reales y oportunidades para quienes han sido históricamente afectados por el conflicto. Es por esto que, con una educación pertinente y de calidad para adultos desescolarizados, se espera reducir la acentuada inequidad en el país.
Ahora, en territorios como Puerto Jordán se trabaja por mejorar las condiciones de vida de los pobladores y, gracias a la educación, están renaciendo nuevas esperanzas en el futuro.
La educación es una apuesta a la reconciliación
Actualmente el proyecto Arando la Educación hace parte de una iniciativa aprobada por el Consejo Nacional de Reincorporación, financiada por la Embajada de Noruega y el Ministerio de Educación Nacional y ejecutada por la Fundación Colombiana de Excombatientes y Promotores de Paz, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia y el Consejo Noruego para Refugiados.
Con un personal pedagógico compuesto por 128 personas el programa ha atendido a más de 3,200 personas de las comunidades aledañas a los 26 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación y a más de 3,500 excombatientes, a través de la validación de la primaria y la secundaria. Hasta el momento, 212 personas se han graduado como bachilleres de este programa.
Entre cálculos matemáticos y literatura; entre los saberes de agricultura y la posibilidad de emprender nuevos proyectos productivos, aquellos a quienes la guerra arrebató el derecho a educarse hoy estudian para hacer realidad la paz en zonas rurales. Arando la Educación cierra las brechas que han alejado al campo de las oportunidades para alcanzar soluciones duraderas.
*Nombre cambiado por razones de seguridad.
Nota para los editores:
NRC tiene portavoces en Colombia para entrevistas en inglés, noruego y español.
El Consejo Noruego para Refugiados (NRC) es una organización de ayuda humanitaria que trabaja en más de 31 países. Estamos en Colombia desde 1991. Lea más aquí.
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