Jhoanna ha tenido que huir con su familia de su territorio y ha sido víctima del conflicto armado en Colombia varias veces. Hoy le apuesta a la búsqueda del bienestar de su comunidad.
“Yo estaba saliendo de casa y un hombre armado llegó a amenazarme. Logré pedir a una vecina que sacara a mi hijo porque yo no podía volver. Solo hasta que una amiga nos dejó entrar a su casa, pude llorar” cuenta Jhoanna*, una mujer que dedica parte de su vida a mejorar las condiciones de vida de la nueva comunidad donde vive en Colombia.
Sin embargo, esta situación no ha reducido el amor que ella siente por la comunidad a la que pertenece. “Cada vez que ayudo a alguien siento mariposas en el estómago, como cuando uno conoce al amor de su vida” dice Jhoanna que no encuentra mejor forma de explicar lo que siente al generar cambios positivos en su comunidad.
Improvisando soluciones
Imagínalo.
Estás en casa con tu hijo pequeño y suenan impactos de bala. Tu hijo feliz dice “mamá, están sonando fuegos artificiales”. Decides no corregirlo y le dices “Mejor vamos a ver la televisión con el colchón en el suelo” mientras terminan los sonidos de las balas.
Esta es una anécdota más en la vida de Jhoanna que ha pasado por el desplazamiento forzado y el asesinato de su padre en medio del conflicto armado. “Todo eso hace que mi corazón se involucre más con las comunidades que han pasado lo mismo” explica.
“Cuando llegué no esperaba ayudar a organizar la comunidad. Pero no teníamos agua, ni tuberías ni los servicios básicos para vivir de manera digna. Así que nos organizamos para mejorar la vida de todos” cuenta Jhoanna “hemos improvisado soluciones y lo que hago es sin salario”.
Aprender sobre derechos para enseñar
La comunidad de Jhoanna está en una zona urbana, sin embargo, la falta de vías de acceso, la violencia y los problemas de convivencia mantienen a la población en alerta.
Jhoanna considera que aprender las rutas y procesos con las que pueden acercarse a sus derechos son importantes en medio de un contexto como el que vive, “la comida se acaba y el dinero se va, pero las formaciones se quedan en la mente” dice, pues considera que las capacitaciones le han ayudado a manejar las situaciones más retadoras.
Ella asiste a los talleres financiados por la Unión Europea e implementados por el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) para promover el fortalecimiento de las comunidades.
“Aprendemos sobre orientación sexual, cómo prevenir la violencia familiar y cómo acceder a los derechos de personas migrantes y víctimas” dice orgullosa y explica que su meta ahora es transmitir esos conocimientos para que más personas se fortalezcan en su comunidad “Yo no soy eterna y debe haber más personas con la misma fuerza para buscar el bienestar de todos en la comunidad”.
Familia de transformadores
“Cuando lo conocí pensé que venía para impresionar porque la ropa le combinaba y estaba muy arreglado” cuenta divertida Jhoanna al recordar cómo conoció a su esposo, un hombre que también busca el bienestar de las personas en varios barrios de la zona donde nació.
El amor de ambos por la transformación también lo están heredando su hijo de cinco años.
“Aunque mi hijo es muy pequeño ya le gustan las actividades comunitarias de reciclaje. Es el primero en alistar las herramientas y decir ‘vamos, mamá’” narra Jhoanna que se siente feliz de distribuir su tiempo para mejorar el salón comunal, gestionar el agua, pasar solicitudes para acceder a servicios, hacer actividades de cuidado del medio ambiente y cuidar a su familia “Yo soy zurda, por lo que mi familia es mi mano izquierda y mi comunidad es la derecha. No puedo descuidar a ninguna”.
El legado que espera dejar Jhoanna es que sus hijos sean un instrumento para mejorar la sociedad y que lo hagan por amor. “Nosotros estamos cambiando no solo el entorno, estamos cambiando la sociedad” afirma con firmeza mientras sonríe.
* El nombre de la persona ha sido cambiado por su solicitud