La combinación de factores como la violencia, los desastres naturales, la pobreza y la falta de respuesta de los gobiernos son en gran medida los impulsores clave de las nuevas caravanas en Centroamérica.
Antecedentes
Una nueva caravana partió de San Pedro Sula, Honduras comenzando el 15 de enero y rápidamente creció a más de 4,000 personas. Se dividió al ingresar a Guatemala en grupos que tomaron una de las dos rutas hacia la frontera mexicana con Guatemala. Muchos migrantes y refugiados han optado por formar caravanas, en lugar de viajar solos por México, debido al temor de ser secuestrados por traficantes de personas, caer en manos del crimen organizado y de los carteles de la droga y/o sufrir abusos de la policía o del ejército.
Cronología y datos claves
- Un año después de que la gran caravana de migrantes abandonara el norte de Centroamérica, se han reunido otro grupo de personas que buscan huir de Honduras y de los países vecinos.
- Los beneficios de viajar en grupos grandes están relacionados con la protección y razones económicas (reduciendo la necesidad de pagar altas tarifas a los traficantes de personas).
- La primera caravana de unas 500 personas se convocó en la estación de autobuses de San Pedro Sula, Honduras, el 14 de enero.
- Hasta el 16 de enero, entre 3,500 y 4,000[1] personas habían ingresado a Guatemala a través de diferentes cruces fronterizos, tanto de manera regular como irregular, incluyendo Corinto, Entre Ríos y Agua Caliente.
- Hasta el 19 de enero, apróximadamente 2,500 personas habían llegado a Tecun Uman y esperaban para cruzar la frontera con México[2].
- El 20 de enero se informó que las personas comenzaron a viajar directamente desde El Salvador para unirse a las caravanas.
- Las personas viajan en grupos más pequeños y dispersos (hasta 20 o 30 personas) a pie, en camiones y autobuses.
- Se ha informado sobre caos en diferentes cruces fronterizos entre Guatemala y Honduras mientras que los migrantes y las personas desplazadas intentan llegar a un lugar seguro.
- Según las estimaciones realizadas por las organizaciones del grupo de protección en Guatemala, las familias, los menores no acompañados, las personas LGBTI y las mujeres embarazadas representan al menos un tercio de los miembros de las caravanas.
Aumento de las preocupaciones sobre seguridad y protección fronterizas
Debido a la amplia gama de medidas restrictivas de migración tomadas por Guatemala y México en los últimos meses, bajo la presión de los Estados Unidos, las caravanas se vuelven grupos más pequeños. Las personas en las caravanas temen ser deportadas si no se mueven rápido y muchos han decidido cruzar las fronteras por caminos peligrosos. México ya ha declarado que no proporcionará documentos de tránsito y que solo las personas que tengan la intención de quedarse en México podrán ingresar (en particular, aquellos que buscan asilo en México y aquellos con permisos de trabajo u otras visas)[3]. Los actores humanitarios informan que las caravanas se han dividido en dos rutas a través de Guatemala: al oeste, a Tecun Uman para cruzar el río Suchiate o al norte, a través de Peten a El Ceibo para evitar el aumento de las patrullas fronterizas en Tecun Uman[4].
Se hicieron informes sobre la represión policial, incluido el uso de gases lacrimógenos, en la frontera entre Guatemala y Honduras en Corinto-Entre Ríos en la primera noche de la movilización[5].
Según varios informes, las autoridades de migración de Guatemala han estado proporcionando a los miembros de la caravana un boleto de tránsito de 72 horas y deportando a los que viajan sin el documento. Cerca de la frontera, las fuerzas policiales guatemaltecas fueron acompañadas por agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos vestidos de civiles[6]. El jueves 16 de enero, dispersaron una caravana de 300 personas obligándolas a subir a autobuses y deportándolas de regreso a Honduras. También se dice que la policía ha aumentado los controles aleatorios en el transporte público.
El sábado 18, se reportaron enfrentamientos entre migrantes y la policía mexicana (incluido el uso de gas pimienta) en el puente que cruza el río Suchiate en la frontera entre Guatemala y México, donde estaban estacionados la Guardia Nacional armada y los infantes de marina, allí se reprodujeron grabaciones a través de altavoces donde se mencionaba que los Estados Unidos no otorgarían asilo. Posteriormente, se permitió a pequeños grupos de personas cruzar la frontera y registrarse con los funcionarios de migración. Una vez registrados en México «las personas fueron transportadas en autobuses blancos sin identificación a otra ubicación para continuar su proceso de solicitud»[7]. Sin embargo, el lunes 20, se presentó caos en la frontera entre Guatemala y México después de que cientos de migrantes y solicitantes de asilo intentaron cruzar el río Suchiate, después de que las autoridades negaron que la caravana pasara como grupo a México.
Del lado de Petén, al menos 75 personas han buscado refugio en la Casa de El Ceibo en la frontera entre Guatemala y México, donde han solicitado a las autoridades locales que establezcan un albergue adicional para los recién llegados. Las redes locales estiman que 600 personas están en camino.
Necesidades y Respuesta Humanitaria
La protección de los solicitantes de asilo es una preocupación fundamental. Los Estados están obligados a respetar el principio de no devolución prescrito por el derecho internacional de los refugiados y los derechos humanos, y nadie con necesidades de protección en la caravana debe ser devuelto o deportado a Honduras o El Salvador donde su vida o libertad se verían amenazadas.
Otras necesidades más urgentes de la población que huye están relacionadas con: albergue, asistencia médica, necesidad de información y otra asistencia humanitaria básica para las personas en movimiento. Las Casas del Migrante (especialmente en la Ciudad de Guatemala y Tecun Uman) en particular necesitan apoyo para ampliar su capacidad de albergar a las personas en movimiento (incluida la infraestructura temporal, alimentos y otros elementos).
Las organizaciones locales (Casa del Migrante, Misioneros Scalabrinianos, Cruz Roja Guatemalteca, Pastoral de Movilidad Humana, Lambda) han liderado la respuesta de emergencia, con varias Casas de Migrantes excedidas en su capacidad debido al aumento de llegadas (en Honduras, entre los días 15 y 16, la Casa del Migrante Ocotepeque recibió 1,000 personas).
La Cruz Roja Guatemalteca también ha ampliado sus actividades, proporcionando primeros auxilios básicos, agua y alimentos, apoyo psicosocial y reunificación familiar para más de mil personas. La Pastoral de Movilidad Humana ha estado acompañando a las caravanas y proporcionando hojas de información. El UNCT guatemalteco ha activado el plan de contingencia relacionado con la movilidad humana. El grupo de protección, liderado por ACNUR y ACNUDH, está coordinando el intercambio de información, el riesgo y las evaluaciones de necesidades. ACNUR tiene presencia en varios lugares a lo largo de la frontera sur y norte de Guatemala. UNICEF está trabajando estrechamente con las instituciones guatemaltecas relevantes para identificar y atender a menores no acompañados.
Nuestra asistencia
NRC, con fondos de ayuda humanitaria de la Unión Europea, ha apoyado a las Casas del Migrante en la ciudad de Guatemala y Tecun Uman para garantizar la provisión de alimentos, agua y kits de higiene, entre otras necesidades. En coordinación con la Pastoral de Movilidad Humana en Honduras, hemos distribuido material informativo sobre los refugios en ruta y procedimientos de asilo en Guatemala y México. En El Salvador, el equipo de NRC ha distribuido kits de hidratación en la frontera con Guatemala y ha identificado casos de familias con riesgos de protección que no pudieron unirse a la caravana y recibirán apoyo, como personas desplazadas internamente, con una respuesta humanitaria integral.
Recomendaciones de NRC:
1. A los Gobiernos:
Los mecanismos restrictivos de control fronterizo en Guatemala, México y los EE. UU para detener las entradas irregulares deben garantizar las distinciones necesarias para otorgar el derecho de solicitar asilo a quienes necesiten protección internacional y abordar los problemas de seguridad sin menoscabar los derechos de los migrantes y refugiados.
Todos deberían tener derecho a presentar su caso de asilo ante las autoridades de migración en los Estados Unidos o en México. Para aquellos que buscan protección internacional, la posibilidad de no llegar a su destino y ser deportados de inmediato para enfrentar la violencia y la persecución de la que huyeron, es horrible, traumática e increíblemente dolorosa.
2. A las Naciones Unidas:
El mundo está presenciando a las familias que huyen de la violencia que amenaza sus vidas en el NCA, pero el silencio de la comunidad internacional es abrumador. Necesitamos urgentemente que las Naciones Unidas lideren el desarrollo de un plan de respuesta humanitaria y apoyen a los gobiernos de la región para enfrentar esta crisis desatendida.
3. A los Donantes:
Los donantes internacionales deben actuar con decisión y priorizar la financiación para abordar los efectos de la violencia generalizada. La respuesta humanitaria debe orientarse hacia el fenómeno de la violencia relacionada con las bandas criminales y adaptarse a las necesidades de las personas más vulnerables en Honduras y El Salvador.
Las personas en las caravanas necesitan acceder a alimentos, agua, refugios, atención médica y transporte, necesidades que deben abordarse. Los donantes y la comunidad internacional deben planificar y pensar en cómo gestionar estas necesidades humanitarias, a fin de minimizar el impacto en las comunidades locales que viven cerca de las fronteras y garantizar que los migrantes y las personas desplazadas reciban un trato humano.