“Creo en el poder de cambio que tiene la educación en los pueblos indígenas” dice Berenice, profesora que enseña en un lugar donde el conflicto armado lleva años afectando la continuidad de la educación de niños y niñas en el nororiente de Colombia.
A sus 68 años, Berenice sale todos los días de su pequeña casa ubicada en un resguardo de indígenas Macaguán en Arauca. Es un único pueblo, pero que se encuentra atravesado por la frontera con Venezuela en forma de río.
Con algunos libros y su propia creatividad, Berenice encuentra la forma de que sus estudiantes aprendan a leer y a sumar a través de la propia tradición étnica de la que forman parte.
Sin embargo, enseñar no es una tarea fácil en medio del confinamiento impuesto por los grupos armados del territorio.
Los estudiantes de Berenice y sus familias tienen prohibido transitar por el río. Esto restringe las fuentes de comida de la comunidad como la pesca, la cosecha y la caza. Además, afecta la educación de varios niños y niñas que no pueden cruzar el río para ir a la escuela.
Sumado a la violencia, también la pandemia hizo mella en la educación: los niños y niñas dejaron de estudiar y quienes lograron regresar a la escuela habían perdido muchos conocimientos.
“No es fácil enseñar en estas condiciones. La planta física también es precaria, no hay alimentación escolar, ni herramientas tecnológicas, pero como docentes siempre buscamos estrategias para que los estudiantes continúen aprendiendo” dice Berenice que participó en las actividades de fortalecimiento educativo financiadas por USAID a través de la Oficina para la Asistencia Humanitaria (BHA, por sus siglas en inglés).
Como Consejo Noruego para Refugiados (NRC) llegamos a la comunidad en medio de la emergencia para fortalecer los conocimientos de docentes como Berenice en prevención de accidentes con minas antipersonal, recuperación emocional de niños y niñas en eventos traumáticos y herramientas de refuerzo educativo.
“Los niños y las niñas se sienten felices de trabajar en este proyecto. Los refuerzos han sido muy importantes ya que como las actividades vienen muy creativas hace que comprendan temas complejos para ellos como multiplicar” cuenta Berenice.
Ahora ella pone en práctica todos los conocimientos y las metodologías de aprendizaje para que sus estudiantes continúen su aprendizaje. Juntos desarrollan herramientas con elementos reciclados, ponen en práctica juegos y actividades que les ayudan a comprender sus emociones en medio del contexto en el que viven, comportamientos que les protegen y siguen aprendiendo.
En palabras de Berenice, “nuestra fortaleza es la comunidad: la voluntad de los estudiantes por estudiar, el amor de los maestros por nuestro trabajo y el apoyo de estos proyectos en nuestro territorio”.