Las crisis de desplazamiento más
desatendidas del mundo 2023
La desatención es la nueva normalidad
Las crisis de desplazamiento más desatendidas del mundo
El costo humano del creciente déficit de financiación es elevado y destroza la vida de millones de personas en todo el mundo.
A medida que la atención del mundo aumenta y disminuye en torno a nuevas crisis y conflictos, está surgiendo una tendencia inquietante. El descuido de las crisis de desplazamiento prolongado que se presentan en este informe se está convirtiendo en la nueva normalidad. Las cifras de desplazamiento aumentan y las necesidades se están descontrolando. Sin embargo, la financiación, la atención de los medios y el compromiso político siguen siendo insuficientes..
Cada año, el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) publica un informe sobre las diez crisis de desplazamiento más desatendidas del mundo. El objetivo es visibilizar la difícil situación de las personas cuyo sufrimiento rara vez aparece en los titulares internacionales, que reciben poca o ninguna ayuda y que nunca se convierten en el centro de atención de los esfuerzos diplomáticos internacionales.
Esta es la lista para 2023.
Todas las crisis que aparecen en el informe de este año son prolongadas y llevan años, a veces incluso décadas, afectando a la vida de las comunidades.
La calamidad en Sudán es una cruda advertencia de lo que sucede cuando la negligencia se profundiza y el mundo le da la espalda a una crisis. En 2023, Sudán se sumergió en una guerra devastadora, obligando a más de 10 millones de personas a huir de sus hogares y convirtiéndose en la crisis de desplazamiento interno más grande del mundo. A pesar de la gravedad de la situación, la amenaza inminente de hambruna y las inmensas necesidades, el país permanece en esta lista y el pueblo de Sudán sigue desatendido.
La lista de este año representa una carrera hacia el fondo, con Burkina Faso manteniendo su posición como la crisis de desplazamiento más desatendida del mundo por segundo año consecutivo. El país experimentó un récord de 707.000 nuevos desplazamientos y cientos de miles de personas quedaron sin acceso a la ayuda humanitaria. La cobertura mediática disminuyó a medida que el acceso se volvió más difícil tanto para periodistas como para organizaciones humanitarias. Mientras tanto, la situación en el país empeoró y las necesidades aumentaron rápidamente.
A nivel mundial, hubo un déficit récord de 32 mil millones de dólares en los presupuestos de ayuda, lo que dejó un 57% de las necesidades humanitarias sin cubrir en 2023.
El costo humano del creciente déficit de financiación es elevado y destroza la vida de millones de personas en todo el mundo. La negligencia se ha vuelto tan arraigada y normalizada que la realidad de esta brecha ya no provoca conmoción. En muchos de los países de esta lista, la brecha se traduce en personas que no tienen suficiente para comer, familias que huyen una y otra vez en busca de seguridad y recursos, niños que no pueden acceder a la educación e individuos que pierden sus medios de vida.
La déficit de financiación significa que las organizaciones humanitarias tienen dificultades por llegar a las personas más necesitadas, la asignación selectiva de la ayuda y el agravamiento de las crisis. Significa que cuando ocurran graves desastres climáticos, las personas no estarán preparadas para soportar las consecuencias potencialmente desastrosas. La negligencia también está alimentando el aumento de los niveles de hambre en todos los países de nuestra lista de 2023. Cada país está experimentando, o se predice que experimentará, niveles severos de hambre. La inseguridad alimentaria, a su vez, se ve agravada por los recortes o la suspensión de la financiación humanitaria y de desarrollo.
La mayoría de los países se enfrentan a los efectos del conflicto tanto dentro como fuera de sus fronteras. La guerra en Sudán se extiende a Chad y Sudán del Sur, asolados por la pobreza, mientras que Camerún se enfrenta a una creciente presión interna en medio de un conflicto regional más amplio. El abandono prolongado tiene consecuencias que traspasan las fronteras y crean crisis dentro de las crisis.
La sociedad se encuentra en un estado de fatiga por la crisis. . Las desgracias se presentan una tras otra en las pantallas de noticias, pero las imágenes angustiosas ya no conservan su valor de impacto, y la página simplemente se desliza, se gira o se cierra con un clic. En medio de esta preocupante insensibilización y de la aceptación de las estadísticas sin precedentes de las crisis de desplazamiento desatendidas del mundo como la nueva normalidad, se encuentra el peligro de la complacencia. No debemos perder la esperanza ni permitir que el incesante aluvión de crisis nos adormezca. Necesitamos reiniciar la compasión mundial y volver a centrarnos en las necesidades más apremiantes.
1:
Burkina Faso
Sumido en un conflicto desde 2019, Burkina Faso encabeza la lista de crisis desatendidas por segundo año consecutivo. Con una cifra récord de 707.000 nuevos desplazamientos dentro de las fronteras del país, la crisis humanitaria continuó sin cesar en 2023, mientras cientos de miles de personas quedaban aisladas de la ayuda.
El número de víctimas mortales de la violencia se duplicó el año pasado, con más de 8.400 personas muertas. Mientras tanto, el número de personas refugiadas burkineses que buscaban seguridad en los países vecinos casi se triplicó, alcanzando un total de 148.317 según cifras de ACNUR. Una cifra sin precedentes de 42.000 personas sufrieron niveles catastróficos de inseguridad alimentaria y hasta 2 millones de civiles quedaron atrapados en 36 ciudades bloqueadas de todo el país a finales de año. Como los grupos armados impusieron prohibiciones de circulación, a algunas de estas zonas apenas llegó ayuda humanitaria. Al menos medio millón de personas estaban acorraladas en un punto ciego de ayuda casi total.
Con más de 6.100 escuelas cerradas en la primavera de 2023, Burkina Faso albergaba casi la mitad de todas las escuelas cerradas de África Central y Occidental. Hasta 400 centros de salud cerraron, y otros tantos solo pudieron prestar servicios mínimos, lo que dejó a 3,6 millones de personas sin acceso a la atención sanitaria, un 70% más que en 2022.
El 8 de febrero de 2023, dos miembros del personal de Médicos Sin Fronteras fueron asesinados por un grupo armado en el noroeste de Burkina Faso. Era la primera vez desde el inicio del conflicto que los cooperantes nacionales de una ONG internacional eran asesinados mientras prestaban ayuda vital. Debido a que el acceso por carretera a muchas zonas seguía viéndose afectado por incidentes de seguridad, las organizaciones humanitarias dependían cada vez más del limitado transporte aéreo, lo que aumentaba los costes operativos y restringía aún más la cantidad de ayuda que llegaba a las personas necesitadas. La financiación disminuyó, lo que agravó la presión financiera sobre las organizaciones humanitarias. En 2023 solo se cubrió el 37% de la financiación del plan de respuesta, frente al 43% en 2022.
La cobertura de los medios de comunicación independientes disminuyó, ya que en 2023 se prohibió trabajar en Burkina Faso a varios medios de comunicación y periodistas internacionales. Además, la prensa nacional rehuyó los temas delicados debido a los mayores riesgos.
Un máximo histórico de 6,3 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en 2024 y más de 2 millones personas siguen desplazadas internamente. Aunque algunos han empezado a regresar a sus hogares, crece la preocupación por la protección de los civiles. Los retornos, que según la Convención de Kampala deben ser voluntarios, dignos y seguros, serán un importante problema humanitario en 2024.
2:
Camerún
La violencia continua persistió en las regiones del noroeste y suroeste de Camerún cuando la crisis entró en su séptimo año. Paralelamente, la situación de seguridad en la región del Extremo Norte de Camerún se volvió cada vez más inestable y los civiles fueron con frecuencia objetivo de grupos armados no estatales a medida que se recrudecían los enfrentamientos en la zona de la cuenca del lago Chad. Además de la creciente presión interna, Camerún también acogió a personas refugiadas de los países vecinos, lo que puso al país al límite de sus posibilidades.
La escalada de violencia obligó a muchos cameruneses a huir de sus hogares, lo que provocó 1,1 millones de personas desplazadas dentro del país a finales de año. La llegada de refugiados de la vecina República Centroafricana supuso una presión adicional sobre los recursos y casi medio millón de personas refugiadas residen ahora en Camerún. El acceso a los servicios sigue siendo un problema en la región del Este, donde se ha asentado la mayoría de las personas refugiadas y donde ocasionalmente surgen conflictos por los recursos.
Los habitantes de la región del Extremo Norte y de las regiones anglófonas del Noroeste y Suroeste luchan por encontrar seguridad en medio de violaciones de los derechos humanos, como asesinatos y secuestros. Mientras tanto, el acceso a alimentos, agua y atención sanitaria básica estaba limitado en todo Camerún. La crisis prolongada está adquiriendo cada vez más una dimensión socioeconómica, afectando a todos los sectores de la economía. El aumento de los precios de los alimentos exacerba la grave inseguridad alimentaria que se vive en el país. Al menos 2,5 millones de personas sufren una escasez crítica de alimentos.
Un total de 4,7 millones de personas necesitaban ayuda en 2023, mientras que los fondos seguían siendo limitados. Solo el 32% del plan de respuesta humanitaria fue cubierto por donantes internacionales, la tasa más baja desde 2016. Esto dejó a cientos de miles de personas sin apoyo vital y servicios de protección, incluidos servicios básicos como la salud, la educación y la asistencia jurídica para ayudarles a obtener documentos esenciales y derechos sobre la tierra y la propiedad.
Las tres crisis que afectan a Camerún siguen fuera del mapa y la situación amenaza con estancarse. El aumento de las necesidades no atendidas, unido a la letárgica respuesta de la comunidad internacional, significa que a Camerún le espera otro año difícil en 2024.
3:
RD Congo
Por octavo año consecutivo, la República Democrática del Congo (RDC) permaneció entre las crisis más desatendidas del mundo. Más de 25 millones de personas siguieron enfrentándose a múltiples emergencias y la violencia en el este de la República Democrática del Congo empeoró en 2023.
En las provincias de Kivu Norte e Ituri se intensificaron los combates y los conflictos locales. La población civil se llevó la peor parte de los ataques, que a menudo se centraron en campamentos informales y centros urbanos.
A finales de 2023, unos 6,9 millones de personas habían sido desplazadas en toda la República Democrática del Congo, la mayoría en las provincias orientales. Desde la reanudación de las hostilidades en marzo de 2022, más de 1,6 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en Kivu Norte, cifra que aumentó considerablemente en los tres últimos meses de 2023. En Ituri, cientos de miles de personas fueron desplazadas porque el conflicto contribuyó a la ruptura de las relaciones sociales dentro de las comunidades.
Lejos de sus hogares, muchas personas se encontraron viviendo en refugios improvisados y campamentos, con acceso limitado a agua potable y sin posibilidad de asegurar una educación para sus hijos. Debido a la falta de ayuda, cada vez recurrían más a mecanismos negativos para sobrevivir, como ir a zonas peligrosas donde son habituales las agresiones sexuales para recoger leña para vender, o intercambiar favores sexuales por comida, dinero y otras oportunidades.
A finales de 2023, la República Democrática del Congo era una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo.
Las zonas menos afectadas por el conflicto también sufrieron el impacto del abandono. Las disputas por la tierra y el acceso a los servicios básicos desestabilizaron las zonas más estables de Ituri y Kivu del Norte. La financiación humanitaria tuvo dificultades para satisfacer las necesidades y solo se cubrió el 41% de los 2.250 millones de dólares necesarios. La financiación para la recuperación temprana sigue siendo en su mayor parte inexistente y las causas profundas de las diferentes crisis siguen sin abordarse.
Las tensiones entre las comunidades aumentan a medida que la inversión en soluciones urgentes y duraderas sigue siendo escasa. La escalada de violencia en el último trimestre de 2023 y las crecientes tensiones en la región de los Grandes Lagos hacen que la RD del Congo se encamine hacia un difícil 2024.
4:
MalÍ
El 30 de junio de 2023, a petición de las autoridades malienses, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pidió a la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en Malí, que llevaba una década en el país, que se retirara a finales de año. La retirada de la operación, compuesta por 13.000 efectivos, provocó un aumento de los enfrentamientos entre el ejército estatal y grupos armados no estatales en el norte de Malí. La población se vio obligada a huir de sus hogares en busca de seguridad, y Malí se enfrentó solo la lucha contra los grupos armados.
En diciembre de 2023 había más de 340.000 personas desplazadas internas. Sin embargo, a pesar de la creciente violencia, el número de personas que se considerada que necesitaban asistencia humanitaria a finales de 2023 había disminuido a 7,1 millones, frente a los 8,8 millones de 2022. Esta reducción se vio impulsada en parte por la necesidad de replantear las prioridades de la ayuda humanitaria debido a la escasez de fondos.
El acceso humanitario se vio cada vez más restringido debido a los enfrentamientos en las zonas donde las organizaciones de ayuda trataban de operar. Las restricciones a la circulación, impuestas por los grupos armados para controlar totalmente la circulación de bienes y personas, limitaron aún más el acceso. La atención de los medios de comunicación en 2023 se centró en la situación sociopolítica y la reconquista del territorio, mientras que la situación humanitaria se descuidó.
El impacto del cambio climático en Malí es un factor clave de la movilidad humana y ha provocado un aumento de la inseguridad alimentaria. Este problema se agravó en 2023, con 2,5 millones de personas necesitaron de ayuda alimentaria. En 2023 solo se movilizó el 31% de los fondos necesarios para prestar ayuda humanitaria, menos de la mitad que el año anterior.
2024 podría deparar nuevos retos para la población de Malí, con el aumento de la inseguridad alimentaria, la creciente vulnerabilidad al cambio climático, el aumento de los enfrentamientos armados y el desplazamiento continuo de civiles.
5:
Níger
En 2023, Níger, que alguna vez fue símbolo de estabilidad en África Occidental, perdió en 2023 el apoyo político y financiero de los países occidentales y rompió los lazos con sus socios regionales a largo plazo. El país enfrentó una crisis polifacética que incluía desastres climáticos, inseguridad alimentaria y epidemias. Casi 4,3 millones de personas necesitaron ayuda humanitaria.
Antes del golpe de Estado de julio de 2023, Níger dependía en gran medida de la ayuda internacional para brindar servicios esenciales, como sanidad y educación. El país recibía casi 2.000 millones de dólares anuales en ayuda al desarrollo. Al ser uno de los países más pobres y frágiles del mundo, este apoyo era significativo.
Tras el golpe, la situación cambió. La mayor parte de la ayuda al desarrollo fue suspendida o reducida por los principales donantes y solo se financió el 43% del plan de respuesta humanitaria. Las tensiones políticas entre Níger y las entidades regionales, como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS), culminaron en sanciones sin exenciones humanitarias. Esto agravó la grave situación económica al restringir el acceso de los nigerinos a los servicios bancarios y al comercio. Los precios de los alimentos y los productos de primera necesidad se dispararon al impedirse las importaciones. La inseguridad alimentaria alcanzó un nuevo máximo en 2023, con 2,3 millones de personas en crisis alimentaria, más del doble que en 2022.
El aumento de la inseguridad y la presencia de grupos armados no estatales en las regiones de Diffa, Maradi, Tahoua y Tillabéry obligaron a más de 335.000 personas a abandonar sus hogares en 2023. En el mismo periodo, Níger acogió a 290.000 personas refugiadas y a más de 35.000 solicitantes de asilo que escapaban de conflictos en países vecinos.
Las limitaciones burocráticas y un entorno de seguridad turbulento dificultaron el acceso de las organizaciones humanitarias a las personas necesitadas. Junto con la falta de financiación, las limitaciones de acceso hicieron que solo se llegara a una cuarta parte de las personas a las que se dirigía el plan de respuesta humanitaria.
Se prevé que la crisis en Níger se agrave en 2024. La ayuda humanitaria y para el desarrollo sigue disminuyendo mientras la atención del mundo se centra en otros países, dejando a millones de personas en situación de extrema necesidad.
6:
Honduras
Honduras se enfrentó a una crisis compleja en 2023. La población del país enfrentó la violencia generalizada, el crimen organizado y la presencia de pandillas, además del impacto de las crisis climáticas, la pobreza arraigada y el hambre.
En 2023, 3,2 millones de personas necesitaban ayuda humanitaria. Aún más impactante fue la alta tasa de feminicidios en Honduras, donde casi cada día, una mujer fue asesinada.
Estos factores llevaron a la gente a huir de sus hogares en busca de seguridad tanto dentro como fuera del país. Casi un cuarto de millón de personas desplazadas necesitaban ayuda con alimentos, protección contra la violencia y otras necesidades básicas. El número de hondureños que regresaron a su país de origen en 2023 ascendió a 56.000. Muchos de ellos se vieron obligados a regresar y se encontraban en una situación de gran vulnerabilidad, luchando por salir adelante y necesitando ayuda.
Honduras es un país de tránsito para muchas personas refugiadas y migrantes que pasan por allí con la esperanza de llegar a México o Estados Unidos. Estas personas en movilidad necesitan apoyo, como un lugar seguro para dormir y asistencia sanitaria. El número de personas en tránsito ha aumentado exponencialmente a lo largo de los años y solo en 2023 pasaron por Honduras más de tres cuartos de millón.
A pesar de las crecientes necesidades, la comunidad internacional siguió ignorando en gran medida a Honduras y la respuesta a la crisis siguió siendo insuficiente. El plan de respuesta humanitaria solo recaudó el 15% de los 280 millones de dólares necesarios en 2023, lo que la convierte en la crisis menos financiada de todas las que aparecen en este informe. Los esfuerzos de la comunidad humanitaria por llamar la atención sobre la crisis se encontraron con una falta de respuesta y la situación amenaza con deteriorarse si en el futuro no existe un plan de respuesta humanitaria para Honduras liderado por la ONU.
7:
Sudán del sur
En 2023, Sudán del Sur se enfrentó a crisis derivadas de la inestabilidad política crónica y el conflicto intercomunitario. El declive económico, las graves inundaciones y la sequía agravaron la situación y provocaron múltiples ciclos de desplazamiento.
Nueve millones de personas necesitaban ayuda humanitaria, alrededor del 70% de la población. Debido a la negligencia y a la escasez de fondos, solo se cubrió una parte de estas necesidades, lo que dejó a unos 6,9 millones de personas con una grave escasez de alimentos, entre ellos 1,7 millones de niñas y niños desnutridos.
Desde que comenzó el conflicto en Sudán del Sur en 2013, una de cada tres personas se ha visto desplazada y a menudo ha tenido que huir más de una vez. A pesar de la resiliencia de las personas, la magnitud de las crisis que han tenido que soportar ha debilitado su capacidad de recuperación. Más de 4 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, incluidos 2,2 millones que huyeron del país para convertirse en refugiados. La llegada de medio millón de personas que huían de la guerra en Sudán tras los sucesos de abril de 2023 supuso una presión adicional sobre los recursos. Ya no había suficientes alimentos, agua potable, refugio, instalaciones de saneamiento y asistencia sanitaria en las zonas a las que la gente huía.
La desatención de la crisis de Sudán del Sur puede atribuirse a su complejo panorama político, en el que el conflicto y la política se entrecruzan. La violencia continua, el colapso económico y la dependencia de los ingresos del petróleo agravan aún más la crisis. La violencia endémica perpetúa los desplazamientos y perturba la agricultura, aumentando la inseguridad alimentaria. Los recientes daños en los oleoductos representan un riesgo para la estabilidad del Gobierno y han provocado agitación económica y presiones inflacionistas.
Sin un mayor apoyo internacional y cambios políticos, Sudán del Sur se enfrenta a un futuro incierto. La crisis económica, la guerra en Sudán y la inminente celebración de elecciones a finales de 2024 añaden otro grado de incertidumbre, con posibles implicaciones para el frágil acuerdo de paz y la situación humanitaria.
8:
República Centroafricana
A pesar de una ligera mejora de la situación de seguridad y un descenso del número de personas desplazadas en 2023, la República Centroafricana (CAR) siguió pagando el precio de una década de conflicto. Pasó desapercibido para los medios de comunicación y fue olvidado por los donantes.
Unas 2,8 millones de personas centroafricanas necesitaban ayuda humanitaria en 2023. El acceso a los servicios básicos, en especial al agua potable, seguía siendo un reto importante en un país donde los servicios públicos se han visto desbordados. Dos millones se enfrentaban a la amenaza inminente de la inseguridad alimentaria aguda.
Aunque el conflicto interno disminuyó ligeramente, el noreste de la República Centroafricana se vio afectado por la guerra en Sudán y la inseguridad en la zona fronteriza. En consecuencia, disminuyó el comercio y subieron los precios de los productos de primera necesidad. Las condiciones de seguridad también se deterioraron en las zonas fronterizas con Chad, marcadas por la presencia de grupos armados y el conflicto entre pastores trashumantes y agricultores chadianos.
Uno de cada cinco centroafricanos seguía desplazado dentro del país o en el extranjero debido a la violencia. El desplazamiento crónico afectó a la cohesión social de las comunidades y dificultó la posibilidad de reconstruir el país.
Las necesidades educativas eran graves, y el número de profesores permanentes seguía estando muy por debajo de las necesidades. Con 11.180 maestros de primaria en el sector público (cifras de 2022), la mayoría de los cuales eran padres que cobraban un estipendio, sólo había un maestro de primaria por cada 113 alumnos.
Los donantes humanitarios se apartaron de la crisis en la RCA, mientras que la financiación para el desarrollo permaneció estancada. En 2023, sólo se movilizó el 59% de los fondos requeridos por el plan de respuesta humanitaria, un fuerte descenso respecto a años anteriores. La persistencia de la violencia, la crisis alimentaria y la disminución de la financiación auguran otro año difícil para los centroafricanos en 2024.
9:
Chad
Tras el estallido de la guerra en Sudán en 2023, más de 600.000 personas cruzaron al este de Chad huyendo de los ataques étnicos en Darfur Occidental. La mitad de estas personas buscaron refugio en campamentos informales y permanecieron allí meses después de cruzar. En Adré, cerca de la frontera con Darfur, las personas refugiadas duplican a la población local.
Chad es uno de los países más afectados por la crisis de Sudán. Acogió a casi el 40% de lod refugiados sudaneses en 2023, provocando una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo en uno de los países más pobres del planeta. Este país sin salida al mar de la región africana del Sahel tiene uno de los niveles de hambre más altos del mundo, con el 42% de su población viviendo por debajo del umbral de la pobreza. El este de Chad, donde la mayoría de los refugiados sudaneses buscaron seguridad, está gravemente subdesarrollado y la población local ya carecen de artículos de primera necesidad como alimentos y agua.
Antes de la crisis actual, Chad ya acogía a más de medio millón de personas refugiadas de países vecinos como Camerún, la República Centroafricana y Nigeria, así como del propio Sudán. Además, 200.000 chadianos estaban desplazados dentro de su propio país.
Chad es ahora el quinto país del mundo que más personas refugiadas acoge per cápita y se prevé que el número de refugiados que huyen de la violencia en Sudán alcance el millón a finales de 2024.
Los medios de comunicación de todo el mundo apenas informaron sobre Chad en 2023 y olvidaron cada vez más la crisis más amplia de Sudán. Las Naciones Unidas y otras organizaciones humanitarias dieron la voz de alarma para aumentar el apoyo a la emergencia en el este de Chad, pero apenas consiguieron resultados. La respuesta humanitaria solo contaba con algo más de un tercio de los 998 millones de dólares necesarios en 2023.
La desatención de la crisis en el este de Chad deja a las poblaciones refugiadas y locales en una situación de gran vulnerabilidad. Chad corre el riesgo de sufrir una catástrofe climática y se enfrenta a la violencia en la cuenca del lago Chad y a una falta crónica de servicios básicos en todo el país. El número de personas refugiadas está aumentando y se prevé que más de 2,9 millones sufrirán inseguridad alimentaria en 2024.
10:
Sudán
Abril de 2023 marcó uno de los capítulos más oscuros de la historia de Sudán. Años de creciente violencia culminaron en una guerra que ha asolado el país y se cobrado un número devastador de vidas civiles. La guerra implacable y la violencia indiscriminada destruyeron Jartum, la capital de Sudán y arrasaron las regiones de Darfur y Kordofán, así como Al Jazirah, el granero del país.
Aún se desconoce el número de víctimas mortales de los combates, pero se habla de entre 13.000 y 26.000 personas muertas. Se destruyeron innumerables hogares y se arrasaron más de cien pueblos y campos de desplazados. Los ataques étnicos a gran escala en Darfur provocaron matanzas masivas y obligaron a huir a comunidades enteras, mientras que las violaciones y la violencia sexual se utilizaron con frecuencia como tácticas de guerra. Los sudaneses se quedaron sin medios de subsistencia mientas la economía colpasaba y los precios se disparaban.
1,4 millones huyeron a través de la frontera y más de 8 millones de personas fueron desplazadas internamente, lo que convirtió a Sudán en la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo. Las infraestructuras críticas, como las redes de agua y los centros sanitarios sufrieron graves daños. En total, más de la mitad de la población de Sudán -casi 25 millones de personas- necesitaba ayuda humanitaria.
A pesar de la magnitud de la crisis y de su efecto desestabilizador en la zona situada entre el Mar Rojo y el Sahel, la comunidad internacional siguió desatendiéndola en gran medida. A finales de 2023, la respuesta humanitaria estaba financiada a menos de la mitad, a pesar de que empezaban a aparecer preocupantes signos de hambruna.
Los esfuerzos diplomáticos fueron dispersos y no se les dio prioridad y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas guardó silencio mientras las partes en conflicto cometían violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario. Con los medios de comunicación impedidos de entrar en el país y solo unos pocos titulares dedicados al conflicto, Sudán se hundió en el silencio.
Conclusión
Aunque cada una de las diez crisis descritas en este informe debe recibir apoyo y atención específicos, podemos extraer varias conclusiones generales de todas ellas.
La mayoría de las crisis del informe de este año han aparecido repetidamente y sin embargo, aún hay más crisis que están cayendo en un círculo vicioso de desatención. Puntuaciones que el año pasado habrían colocado a un país en tercer lugar, este año quedan fuera del top diez debido a un deterioro generalizado en los tres criterios que utiliza NRC para medir la desatención. La desatención política internacional, la escasa cobertura de los medios de comunicación, la fatiga de los donantes y las necesidades humanitarias cada vez más apremiantes están contribuyendo a un patrón más amplio de abandono.
La mayoría de las crisis humanitarias actuales son de naturaleza prolongada e implican múltiples crisis paralelas. En los países que aparecen en este informe, una desastrosa combinación de conflictos y violencia, tensiones entre comunidades, desplazamientos y desastres recurrentes inducidos por el cambio climático están agravando las necesidades humanitarias.
Muchas de las crisis desatendidas que aparecen en este informe están interconectadas. Una crisis en un país suele tener efectos dominó más allá de sus fronteras, afectando a países y poblaciones vecinas y a veces provocando un impacto regional más amplio. La competencia por los recursos entre las personas refugiadas y las comunidades locales es una fuente de tensión en la mayoría de los países mencionados, en parte debido a la falta de financiación. Un enfoque aislado de estas crisis puede que ya no sea suficiente. Los niveles de hambre se están agudizando en todos los países que aparecen en este informe, un problema exacerbado por la inflación y los desastres inducidos por el clima.
Los desplazamientos relacionados con los conflictos van en aumento y el número de desplazados internos en todo el mundo alcanzó un desastroso récord en 2023.
La brecha cada vez mayor entre las necesidades y la respuesta humanitaria está agravando las vulnerabilidades, especialmente para las poblaciones desplazadas. De los 39 países analizados, 14 contaban con menos del 40% de financiación en 2023, frente a cinco en 2022. Esta falta de financiación y la naturaleza a menudo a corto plazo de la financiación que llega, se suma a la desatención. La respuesta humanitaria sigue siendo insuficiente y no llega a cubrir las necesidades más básicas y urgentes de las poblaciones.
Al mismo tiempo, la suspensión de la financiación para el desarrollo por parte de algunos donantes en respuesta a la toma del poder por parte de actores no electos agrava el estado de crisis.
En muchos de los países de este informe, la población tiene cada vez menos acceso a la ayuda humanitaria y a los servicios básicos debido a las hostilidades en curso, a los impedimentos burocráticos y a una falta de respeto fatal por el derecho internacional humanitario entre las partes en conflicto.
La falta de atención de los medios de comunicación hacia estas crisis desatendidas se ve a menudo agravada por las estrictas restricciones a la libertad de prensa y a la capacidad de los periodistas para viajar a determinadas zonas de gran necesidad humanitaria.
En los países afectados por conflictos y en situaciones de desplazamientos repetidos, solo los acuerdos de paz duraderos y las soluciones políticas inclusivas permitirán a las personas reanudar y reconstruir sus vidas. Es esencial redoblar los esfuerzos políticos -a escala nacional, regional e internacional- y reforzar la diplomacia humanitaria para animar a las partes a sentarse o volver a la mesa de negociaciones
Recomendaciones
Aunque una fórmula idéntica no funcionará para todas las crisis de desplazamiento desatendidas en este informe, las recomendaciones a continuación sugieren varias acciones que pueden tomar las diferentes partes interesadas para abordar la desatención política, financiera y mediática.
Recomendaciones a los Gobiernos donantes:
- Proporcionar ayuda humanitaria en función de las necesidades de las personas afectadas y no según intereses geopolíticos o niveles de atención mediática hacia determinadas crisis. Del mismo modo, garantizar que todas las cuestiones humanitarias reciban una distribución equitativa de los recursos para evitar el abandono recurrente de algunos sectores como la educación y la protección.
- Aumentar la financiación de calidad en el sistema humanitario -incluidas las asignaciones oportunas, flexibles y plurianuales-, además de la financiación directa para los equipos locales, en consonancia con los compromisos del Gran Acuerdo. Esto servirá para abordar mejor los factores superpuestos del conflicto y la violencia, el desplazamiento y los desastres recurrentes relacionados con el clima.
- Comprometerse con un grupo de partes interesadas más amplio para atraer contribuciones financieras adicionales al sistema humanitario. Utilizar la influencia diplomática para abordar el acceso u otras limitaciones operativas y conseguir que las partes en conflicto se sienten a la mesa de negociaciones.
- Influir en los actores de la financiación del desarrollo, incluidas las instituciones financieras internacionales y los actores de la financiación climática, para fomentar la inversión en contextos afectados por el desplazamiento. La complementariedad de la financiación humanitaria, de desarrollo y climática es clave para satisfacer las necesidades de las personas afectadas por los desplazamientos, abordar los retos recurrentes y atajar las causas profundas.
- En contextos en los que se han producido cambios inconstitucionales de Gobierno, hay que evitar suspender automáticamente la financiación para el desarrollo, ya que esto agrava situaciones humanitarias ya de por sí graves. Los donantes deben encontrar modalidades alternativas para seguir atendiendo las necesidades de las personas en zonas o países gobernados por autoridades de facto.
- Apoyar la capacidad del personal humanitario para trabajar en contextos complejos simplificando los procedimientos de diligencia debida. Ofrecer modelos riesgos compartidos más manejables para las agencias de ayuda y los socios locales y aplicar salvaguardias humanitarias coherentes dentro de las sanciones y las leyes antiterroristas.
- Pasar de los debates reactivos a los proactivos para responder a las crisis de desplazamiento desatendidas mediante la puesta en marcha de mecanismos y plataformas que vuelvan a poner a los países en el radar. Junto con Estados afines, organizar actos de compromiso de alto nivel, nombrar enviados especiales y promover mecanismos de rendición de cuentas o de diálogo político, según proceda.
- Aumentar los presupuestos humanitarios y de desarrollo, en particular para las crisis desatendidas y con financiación insuficiente, con el fin de cumplir el objetivo actual de destinar el 0,7% de la renta nacional bruta a la ayuda oficial al desarrollo (ODA). Al mismo tiempo, garantizar que el aumento del gasto en refugiados dentro del país no supere el aumento de la ayuda humanitaria internacional en el extranjero.
- Comprometerse a aumentar las cuotas de reasentamiento de refugiados y garantizar rutas seguras y legales para todos aquellos que huyen de todas las crisis, no sólo de las que aparecen en los titulares.
Recomendaciones a los Estados miembros de la ONU:
- Garantizar que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (UNSC), los foros y organismos multilaterales pertinentes prestan la debida atención a las crisis desatendidas o prolongadas. Esto incluye la celebración de reuniones geográficas, regionales y temáticas específicas y la presentación de votaciones o resoluciones cuando proceda.
- Dar prioridad a un compromiso diplomático eficaz y a la mediación con todas las partes en conflicto para garantizar el acceso humanitario sin restricciones y la protección de las poblaciones vulnerables, especialmente en contextos políticamente delicados en los que los procesos existentes pueden no ser eficaces.
- Utilizar el mandato del UNCS en toda su extensión para instar y garantizar que todas las partes en conflicto respeten el derecho internacional humanitario, especialmente en contextos de crecientes violaciones de la protección de civiles, limitaciones de acceso y desprecio de las normas de la guerra. Cuando se detecten violaciones, apoyar los mecanismos internacionales de rendición de cuentas.
- Fomentar el compromiso político de alto nivel a escala nacional y regional en apoyo de soluciones políticas inclusivas. Solo el fin de los conflictos y la violencia aportará estabilidad a largo plazo en las crisis de desplazamiento complejas y prolongadas.
- Ayudar a las organizaciones humanitarias a garantizar un acceso seguro y sin obstáculos a las zonas de difícil acceso. Eliminar y prevenir los impedimentos burocráticos y administrativos cada vez más generalizados y negociar con todas las partes en conflicto.
- Garantizar que las medidas y sanciones antiterroristas no impidan involuntariamente que las organizaciones humanitarias que trabajan en entornos operativos difíciles intenten llegar a los más necesitados de forma rápida y segura. Los Estados miembros deben transponer las exenciones humanitarias previstas en la Resolución 2664 del Consejo de Seguridad de la ONU a la legislación nacional de forma rápida y coherente.
- Garantizar que los mandatos de las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU sean sensibles a las preocupaciones humanitarias, cuenten con los recursos adecuados y den prioridad a la protección de los civiles. Son igualmente importantes una estrecha coordinación con los organismos de ayuda y la rendición de cuentas ante las poblaciones locales.
Recomendaciones a organizaciones humanitarias:
- Fortalecer el liderazgo humanitario en los países, por ejemplo mediante directores de país y coordinadores humanitarios experimentados que puedan relacionarse con las partes interesadas nacionales e internacionales en nombre de la comunidad humanitaria y plantear cuestiones al más alto nivel.
- Fortalecer la capacidad y las actividades de diplomacia humanitaria entre los líderes humanitarios en los países y regiones afectadas por crisis de desplazamiento prolongadas y desatendidas.
- Aumentar los esfuerzos de incidencia ante nuevas partes interesadas para ampliar la base de donantes, incluidos los nuevos países donantes, el sector privado y las fundaciones.
- Proporcionar a los donantes análisis basados en pruebas para ayudar a configurar las asignaciones anuales de ayuda humanitaria en función de la gravedad de las necesidades.
- Mejorar la coordinación entre las organizaciones de ayuda sobre el terreno. Optimizar el uso de los recursos y evitar la competencia innecesaria por los limitados recursos disponibles.
- Invertir en incidencia. A menudo, las operaciones en los países que reciben menos financiación no pueden permitirse recursos de incidencia y comunicación, lo que crea un círculo vicioso y dificulta llamar la atención sobre estas crisis a nivel internacional.
- Vincularse con grupos de expertos en política exterior, instituciones de investigación y otras organizaciones que puedan ayudar a abordar crisis desatendidas desde diferentes perspectivas. Presionar colectivamente para que las cuestiones humanitarias se incluyan en debates o decisiones políticas más amplias.
Recomendaciones a periodistas y editores:
- Invertir en periodismo sobre crisis de las que se informa poco y comprometerse a informar al público sobre temas y contextos que a menudo quedan fuera del radar de los medios de comunicación. Informar de forma que se haga hincapié en las historias humanas, el impacto humanitario de los conflictos y las soluciones que necesitan todas las partes.
- Si la burocracia, como la falta de permisos para los medios de comunicación, los visados u otros problemas de acceso, dificultan la información sobre una crisis, utilice las plataformas de los medios de comunicación para abogar por los cambios necesarios. Explore soluciones digitales y remotas para obtener testimonios de primera mano de personas sobre el terreno.
- Defender la protección de la libertad de prensa y la seguridad de los periodistas para garantizar que los periodistas nacionales e internacionales que trabajan en países afectados por crisis puedan seguir informando.
Recomendaciones al público en general:
- Ayude a que su Gobierno y sus políticos rindan cuentas de los compromisos existentes en torno a los niveles de ayuda y las políticas relacionadas con el desplazamiento, como rutas formales para migrantes y solicitantes de asilo y cuotas de reasentamiento. Escriba cartas, firme peticiones y envíe preguntas a sus legislaturas nacionales.
- Lea sobre crisis desatendidas y apoye el periodismo de calidad que cubra conflictos olvidados. Hable sobre estas crisis y comparta artículos e historias en las redes sociales.
- Cuando haga una donación para una crisis, trate de hacerlo con tanta generosidad a quienes están lejos de la atención de los medios como lo hace con quienes aparecen en los titulares. Si es posible, haz tu donación sin restricciones para que pueda gastarse en la crisis que más lo necesita en ese momento.
Autores y colaboradores principales: Tina Abu-Hanna, Jessica Wanless, Hélène Michou, Catherine De Bock, Thale Solnørdal Jenssen, Ingebjørg Kårstad, Marine Olivesi, Patricia Pouhe Ngo Nyemb, Joachim Giaminardi, Gaoussou Chérif Haidara, Jessica Vidales Ferro, Laura Diez Ron, Karl Schembri, Marion Guenard, Alison Bottomley, Mathilde Vu
Diseño: Tove Skjeflo
Foto de portada: “Mi mayor preocupación como madre es que mis hijos tengan hambre y yo no tenga suficiente comida para alimentarlos. A veces lloran de hambre y eso me parte el corazón. Ya no crecen como solían hacerlo en nuestro pueblo. Están perdiendo peso, y yo también”, dijo Mariam, una madre desplazada en Burkina Faso que ahora vive en la ciudad de Kongoussi. Foto: Ingebjørg Kårstad/NRC
Fuentes: UN Financial Tracking Service, Meltwater, HRW, WFP, ACAPS, IDMC, UNOCHA, UNHCR, NRC
Metodología
Metodología
Se han analizado todas las crisis* que han desplazado a más de 200.000 personas: 39 crisis en total. El informe se ha elaborado a partir de tres criterios, a los que se ha dado la misma importancia:
1. Falta de voluntad política internacional
Se llevó a cabo un análisis cualitativo de la voluntad de la comunidad internacional de contribuir a soluciones políticas en las 39 crisis, basado en las contribuciones de los expertos nacionales y regionales de NRC. Para las situaciones de conflicto en curso, el análisis abarcó las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU, las misiones de mantenimiento de la paz, los mecanismos de procedimientos especiales de la ONU, las investigaciones de la ONU y cualquier otro esfuerzo diplomático regional o internacional relevante a lo largo de 2023. Se tuvo en cuenta la existencia de enviados especiales para determinados países o regiones, así como cualquier debate internacional de alto nivel u otros compromisos internacionales en materia de, por ejemplo, consolidación de la paz o derechos humanos.
El análisis también examinó cualquier tendencia significativa en el apoyo de donantes bilaterales y multilaterales, con información de las oficinas de representación de NRC en las capitales de los donantes clave.
Este análisis cualitativo se complementó con fuentes secundarias de datos que incluyen gravedad (Índice de Gravedad de INFORM), el acceso (Panorama del Acceso Humanitario de ACAPS), la fragilidad (Índice de Fragilidad de los Estados de la OCDE), las poblaciones en situación de riesgo (Centro Global para la Responsabilidad de Proteger) y las cifras de desplazamiento pertinentes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Por último, se consideró el nivel de compromiso político en relación con el tamaño y la gravedad de la crisis de desplazamiento y el número de refugiados acogidos.
2. Falta de atención mediática
El nivel de atención de los medios de comunicación a las diversas crisis de desplazamiento se midió utilizando cifras de la empresa de seguimiento de medios Meltwater, que mide la cobertura mediática en línea. Para captar las noticias centradas en el desplazamiento, se utilizaron los términos de búsqueda «displaced OR displacement OR refuge*» junto con el nombre del país. Al comparar la atención de los medios de comunicación a las distintas crisis, calculamos la cobertura mediática en relación con el número de personas desplazadas por cada crisis, incluidos tanto los desplazados internos como los refugiados, utilizando las cifras más recientes del Observatorio de Desplazamientos Internos (IDMC) de NRC para el número de desplazados internos desplazados por conflictos y de ACNUR para las demás cifras.
3. Falta de financiación humanitaria
Cada año, la ONU y sus socios humanitarios lanzan llamamientos de financiación para cubrir las necesidades básicas de la población en países afectados por grandes crisis. La cantidad de dinero recaudada para cada crisis en 2023 se evaluó como porcentaje de la cantidad necesaria para cubrir las necesidades. Cuando hubo tanto un llamamiento humanitario de apoyo dentro del país como un plan regional de respuesta a los refugiados, estos se promediaron. Cuando no hubo llamamiento de financiación, este criterio se omitió del análisis.
El porcentaje de los llamamientos cubiertos nos da una indicación del nivel de apoyo económico, pero los resultados pueden estar sesgados porque la comunidad humanitaria a veces ajusta sus llamamientos a lo que cree que puede conseguirse. Mientras que en algunos países la comunidad humanitaria intenta llegar a todas las personas necesitadas, el nivel de ambición puede ser mucho menor en otros países.
*No ha sido posible analizar la situación en China y en la República Popular Democrática de Corea por falta de información y de cifras fiables.